¿Voltear hacia Singapur?

 

Llegó con una medida radical que le permitió emerger con fortaleza para convertirse en uno de los lugares más preciados para vivir


Corrupción, impunidad, homicidios, droga, violencia, pobreza, hurtos, saqueos a las arcas públicas, salarios estratosféricos, hacinamiento y autogobiernos carcelarios, cárteles de drogas por todos lados, y para colmo de males, enfrentamos a la generación de políticos más corruptos de la historia del país. Pero también hay que decirlo claro, de los políticos no se salva ninguno porque todos están cortados por la misma tijera y todos disponen de las rentas públicas en su beneficio con una brutal hipocresía y alejados de los principios que dicen defender.

Alguna vez la esposa del rey de Francia, Maria Antonieta, ante la información que llegó a la Corte en el sentido de que el pueblo tenía hambre y no había pan para darles, señaló que si no había pan que les dieran pasteles, lo que mostró el alejamiento de esa lacerante realidad que agobiaba al pueblo ante la suntuosidad de Versalles. Después vendrían los episodios que dieron origen a la Revolución Francesa y la señora perdería literalmente la cabeza al ser condenada a la Guillotina.

Un ejemplo más reciente de este tipo de radicalismos lo dio Singapur, quien de ser un país asolado por la corrupción, el hurto de las finanzas públicas, el narcotráfico, el saqueo, el crimen organizado y la drogadicción, por mencionar algunos. Pero el milagro llegó con una medida radical que le permitió emerger con fortaleza para convertirse en uno de los lugares más preciados para vivir y con un ingreso per cápita que nadie alcanza en otras latitudes.

Los políticos corruptos, los ladrones, los drogadictos, los empresarios corruptos, los policías corruptos y todos aquellos que hurtaban el dinero del gobierno, fueron fusilados.

Así de simple salieron del problema, con el borrón y cuenta nueva. Por desgracia México la está la pasando mal, y quizá nuestra circunstancia sea tanto o más grave que la que vivió Singapur hace menos de dos décadas. Esto no quiere decir que lo aconsejable sea una medida de este tipo, pero hace mucho tiempo que el estado de derecho dejó de funcionar en México y las leyes no sirven para nada cuando de castigar a los delincuentes comunes y a los políticos delincuentes se trata.

El cáncer social que hemos identificado durante mucho tiempo como la corrupción tiene que ser erradicada si queremos que nuestra sociedad tenga viabilidad sin llegar a los derramamientos de sangre que siempre se dan cuando las masas se exacerban y deciden tomar la justicia por su propia mano. No tenemos que llegar a eso, pero pareciera que la falta de sensibilidad de nuestros políticos pudiera desencadenar una tragedia porque el sentido de la justicia ha desaparecido en ellos. Ojalá entiendan que o cambian o el pueblo enardecido pudiera cometer muchas atrocidades y provocar brutales desgracias. Al tiempo