Volver a empezar

 

Ojalá no cometamos el error por el que cayó don Porfirio al querer comenzar solo desde afuera


Ahora en México, donde vivimos con el fin del mito Pemex, con el fin de la esperanza del TLC, con la posibilidad de que la anticorrupción pase de ser un eslogan para los políticos a una verdadera acción en contra de los corruptos, y con los límites que tiene el señor que lleva la banda presidencial; todo está puesto para volver a empezar.

El mundo que observa con desconfianza y cuenta el número de armas que tiene cada país, empieza a comprender –aunque le ha costado mucho– que 100 años de historia tomaron reversa.

Desde el siglo XX el libre comercio lo ha sido todo y lo ha marcado todo. El triunfo sobre las ideologías absolutistas y dictatoriales como el fascismo y el comunismo, se consolidó cuando cayó el muro de Berlín dando origen a un mundo mucho más inseguro con el éxito de la ley del mercado.

Sin embargo, no funcionó y los millones de comunistas no estuvieron dispuestos a ser colonizados sólo por el dinero.

Por eso, los rusos después de ser muy fuertes llegaron a ser muy débiles entre la borrachera de Boris Yeltsin y la corrupción generalizada. Pero finalmente llegó un ex agente de la KGB llamado Vladimir Putin para demostrarles que un ruso siempre será un ruso y que ese país desde los tiempos de Iván el Terrible ha necesitado de un hombre fuerte para que los gobierne.

En este momento volvemos a la confrontación militar. Volvemos al fin de la globalización. Volvemos al hecho de que cada país no tiene una receta mágica para gobernar, sino que tendrán que esforzarse para encontrar su propio camino, así como le pasó a México tras la Primera Guerra Mundial, porque gracias a Dios y pese a los ateos emprendió la Revolución que dio a luz al Estado que hasta hoy sobrevive.

Y en esos aires para volver a empezar además de ir a Washington y hablar en inglés, los gobiernos y las empresas buscan nuevos mercados y nuevas realidades que seguramente encontrarán.

Aunque debemos considerar que sería un suicidio no aprovechar este momento coyuntural de la historia del mundo no sólo para entregar las cabezas de algunos gobernadores corruptos, sino para aprovechar esta situación y hacer un pacto de paz con el país que sustituya la corrupción por la eficacia, el abuso por el buen gobierno y la ausencia de fe que permanece frente a la clase política, por la ilusión de que podremos reinventar el país.

El mundo vuelve a empezar, México también, y ojalá no cometamos el error por el que cayó don Porfirio al querer comenzar solo desde afuera, porque hoy más que nunca es obligado comenzar desde adentro y poner orden en la casa.