Admite PGR equivocación. Ofrece disculpa a Jacinta Francisco

 

No estamos contentos con disculpa, dicen indígenas


Nada pudo contener la exigencia de justicia por parte del auditorio que acudió al acto de reconocimiento de inocencia y disculpa pública a Jacinta Francisco, Alberta Alcántara y Teresa González, encabezado por el procurador Raúl Cervantes.

Entre vivas y aplausos recibieron a las indígenas hñähñú, encarceladas por más de tres años acusadas del secuestro de seis agentes de la desaparecida Agencia Federal de Investigación (AFI) en 2006.

El “infierno” lo conocieron y vivieron en las celdas de la cárcel, su único “pecado” fue ser indígenas, mujeres y pobres, “porque nosotros no hemos visto ningún rico en la cárcel. Ahí todos éramos pobres.

Yo no supe por qué me detenían, no entendía. Ahora sé que la cárcel es para los pendejos”, aseguró Jacinta, quien portaba orgullosa la vestimenta de su comunidad y ofreció disculpas por el lenguaje usado.

Vergüenza

La hija de Jacinta, Estela, tomó el micrófono y comenzó su intervención en su lengua materna para después dar paso al español: “es una vergüenza que a casi 11 años de la detención arbitraria de Jacinta, hoy den una disculpa pública.

Señor procurador no estamos contentos con esta disculpa porque están aquí obligados— apuntó— jamás será suficiente, no basta”.

También pidió la renuncia de los funcionarios “mediocres” que no pueden ni tienen la capacidad de tener cargos públicos y al grito de “¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, sentenció, “¡hoy nos chingamos al gobierno!”

Alberta consideró que esta disculpa pública no le regresa el tiempo perdido y entre lágrimas y con voz entrecortada dijo haber sido víctima de humillaciones por parte de custodias y presas en su transitar por la cárcel sólo por su calidad de indígena.

“Queremos respeto para nosotros no más humillaciones; basta de perseguirnos por buscar una vida mejor”, exigió.

Los asistentes, entre los que se encontraban los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, así como mujeres de San Salvador Atenco, las arropaban después de cada intervención al grito de ¡no están solas!, ¡justicia y castigo a los culpables!”, arengas que hacían retumbar el Museo de Antropología.

El silencio de las autoridades era sepulcral. Ante las acusaciones, el procurador se limitó a emitir la disculpa prevista. “Sus casos rebasaron la esfera personal, por tratarse de bienes, que, como Estado democrático constitucional, nos interesa conservar, como es el debido proceso”, dijo el funcionario.

El 26 de marzo de 2006, un grupo de policías de la AFI llegó al tianguis del municipio Santiago Mexquititlán, Querétaro, en una operación de decomiso de discos.

Meses después, el 3 de agosto del mismo año, las mujeres fueron detenidas acusadas del secuestro de seis agentes de seguridad.

GG