Televisión Locochona

 

Es la versión latina de Plaza Sésamo, pero más creativa y con menos presupuesto


La serie 31 minutos es, de acuerdo con los críticos, el programa más importante de la televisión chilena en las últimas décadas; pero también aseguran que se trata de una de las mejores y más originales emisiones dirigidas al público infantil en América Latina, logrando rebasar la pantalla chica para incursionar con éxito en el mundo del cine, la música y el teatro, con espectáculos como Calurosa Navidad, que se presentará, desde hoy y hasta el próximo domingo, en el Teatro Metropólitan de la CDMX.

Por decirlo de otra manera, 31 minutos es la respuesta sudamericana al mundialmente famoso programa de televisión con marionetas Plaza Sésamo, sólo que con menor presupuesto y mayor creatividad, además de un toque de irreverencia. Aquí, en lugar de la Rana René y Elmo, se cuenta con el antipático presentador Tulio Triviño y el adorable productor Juan Carlos Bodoque, quienes intentan producir el mejor noticiero de la TV, así como lo haría un niño desde la recámara de su casa.

Creada por la productora Aplaplac, de Pedro Peirano y Álvaro Díaz, la serie 31 minutos es producida y transmitida —de manera intermitente— desde marzo de 2003 por la Televisión Nacional de Chile. En México, los derechos de transmisión los tiene Canal Once, y desde sus primeros episodios se convirtió en el programa favorito de los pequeños televidentes. No por nada, se convirtió en referente de la barra infantil Once Niños (Bizbirije), de la televisora del IPN.

Aunque pareciera que tras casi 15 años de haber hecho su aparición es una serie longeva, lo cierto es que en ese tiempo sólo se han realizado, de manera salteada, cuatro temporadas de 12 capítulos, cada una pero difícilmente no pasa un año sin que éstas se transmitan en repetición.

Además, en marzo de 2008 la serie fue llevada al cine bajo el nombre de 31 minutos, la película.

La serie 31 minutos se centra en las aventuras del equipo de un noticiero de poco prestigio, donde siempre ocurre algo inesperado. Mientras algunas de sus notas son bastante ridículas y absurdas, también presentan reportajes didácticos y educativos muy divertidos e interesantes, que logran generar alguna reflexión en quienes los ven (niños y adultos), pero sin ser moralinos ni sonar regañones.

“Si bien 31 minutos es una serie infantil, para su creación uno de los puntos más importantes fue que nos gustara a los adultos, si no la pasábamos bien nosotros no sería divertido. Debía gustarnos lo que hacíamos, para que el trabajo no resultara pesado, y al final logramos una conexión entre los niños que incluye a los adultos”, asegura Álvaro Díaz, quien además de ser creador y guionista de la serie, también maneja y pone la voz al personaje del odioso, pero ocurrente periodista Julio Triviño.

A mí me aburriría mucho algo que sólo se concentrara en los pequeños, y es que aquí, además, apelamos a cierta infantilidad que todos tenemos, hay cosas infantiloides que nunca se van de nosotros, y creo que 31 Minutos mueve esas fibras en el espectador”.

Por su parte, Pedro Peirano, el otro creador de la serie, explica que “son las canciones que acompañan el programa y los espectáculos teatrales las que tocan lo verdaderamente niñesco de cada uno de nosotros, y le quitan todo ese aire de formalidad a la emisión. Por ejemplo, hay un fingimiento sobre las inquietudes de los niños con cosas como: ‘Papá, ¿por qué existe la guerra?’ Ésta es una pregunta culposa de adultos, no es una pregunta real de los chavitos, pues ellos tienen problemas más inmediatos; por ejemplo, si le cortaron mal el pelo el fin de semana, el lunes le dará mucha vergüenza ir al colegio. Ése es un problema real para ellos, y esas situaciones la reflejamos en nuestras canciones”.