La expo sobre la nota roja en México

 

Enrique Metinides habla con de la época en que periodistas y autoridades eran casi como hermanos


AUTOR DEL TEXTO ORIGINAL EN REPORTE INDIGO: AZANETH CRUZ

Rodeados de cuadros en una de las salas de exposición del Museo del Estanquillo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se encuentra caminando a Beatriz Sánchez Monsiváis, prima del escritor Carlos Monsiváis, acompañada del fotógrafo mexicano Enrique Metinides, quienes charlan evocando recuerdos de las imágenes que observan en la sala.

La exposición de la que hablan es “Una crónica de la nota roja en México. De Posada a Metinides y del Tigre de Santa Julia al crimen organizado”, la cual fue inaugura recientemente en este espacio ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

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“Mi primera foto fue de un incendio. Tenía nueve años y con la cámara que me había regalado mi padre me monté a un camión de bomberos en los hombros de uno de ellos. Mi fotografía la vio el director de un periódico, la publicó y le puso mi nombre”, recuerda Metinides.

Reconocido por su fotografía de nota roja –o policiaca como él prefiere llamarle- el niño que empezaría por una afición a las películas de acción y de gánsters se convertiría con los años en uno de los mejores fotógrafos de México y hoy, objeto incluso de documentales sobre su trayectoria.

Las cosas han cambiado en la justicia y en la forma en que se muestra la información a los mexicanos. En las palabras de Metinides se escucha un tono nostálgico por la época en la que periodistas y fotógrafos eran amigos de los hombres del poder, una relación que compara con una hermandad.

“Antes existía una hermandad entre los periodistas, el señor presidente, el señor procurador, los policías, los bomberos… Ahora es diferente, los agreden, les quitan los rollos o cámaras, los esposan y se los llevan detenidos por estar cumpliendo con su labor. Mis compañeros que aún continúan en el oficio me dicen que hay cosas, que las personas de arriba no quieren que se sepan”, comenta Metinides conocido como el fotógrafo de los desastres.

Preocupación por la violencia

Metinides se muestra preocupado de que la violencia y las imágenes son cada vez más crudas. Dice que antes, había fotos explícitas que no se publicaban por órdenes del sistema de justicia de la nación y que si debían ser expuestas por su relevancia contaban con la mano de dibujantes que hacían que la foto fuera verdadera pero sin herir la susceptibilidad de las personas.

“A mí me importaba retratar el suceso real, pero también los sentimientos, el asombro y la tristeza de aquellos que perdían a un ser amado. Los dibujantes y los periódicos se preocupaban por las imágenes. Recuerdo, cómo era, los dibujantes tenían en sí una mesa, con un frasco de pintura blanca, pintura negra, pintura gris, agua, pinceles y trapos, los cuales utilizaban para pintar la sangre que se hallaba en el piso –por ejemplo— de la misma textura del piso, para vestir a aquellos cuerpos semidesnudos que formaban parte de una escena o para cubrir el rostro de personas que habían sido desfiguradas”, explica Metinides.

Enrique describe los cambios a los que se ha enfrentado el periodismo de nota roja en el país a través de 50 años de profesión y 19 en los que ha dejado el oficio que comenzó cuando era un adolescente.

Entre las líneas de diálogo, Enrique refiere con el ejemplo de la matanza en el Colegio Americano en Monterrey -suscitado a principios de este año- como se presentan los hechos de violencia al día de hoy, sin sensibilidad.

“Lo que más me costaba era ver sucesos en los que los niños perdían la vida, eso ha sido de lo más difícil de retratar para mí”, dice.

Profesión por amor al arte

Sin haber estudiado fotografía, logró que a corta edad sus imágenes pudieran en 50 años -19 de ellos sin pago- ser vistas publicadas en importantes diarios mexicanos.

“Recuerdo que para mí era como estar tomando fotografía de cine policial, compraba los rollos de mis domingos antes de que mi trabajo comenzará a ser remunerado, sin embargo, agradecía y me emocionaba que cada una llevará mi nombre y que incluso fuera yo el titular de un sin número de portadas antes que la fotografía del fotógrafo oficial”, platica con alegría al rememorar.

Héroe tras la lente

De padre vendedor de cámaras y rollos en la Avenida Juárez, el fotógrafo que descubrió su pasión a través del cine de acción, también se convertiría en algunas ocasiones en el salvador.

“A lo largo de mí vida creo haber salvado seis vidas. Tomaba la foto, me colgaba la cámara e intentaba ayudar a quienes lo necesitaban. Recuerdo una anécdota en la que estaba tomando fotos de un edificio que se encontraba en llamas, un ingeniero se quería aventar del octavo piso mientras pedía a los bomberos que utilizarán la escalera para bajarlo, en la tercera vez me dirigí a ellos, el hombre se aventó, perdí la foto y recibí uno de los peores regaños, tenía una en el intento y otra en el suelo. No me arrepentí”.

De ambulancia en ambulancia, con curso de paramédico y de observador, Metinides logró retratar a lo largo de 50 años los sucesos de nota roja más importantes de México.

“Me sorprende ver que hoy todo mundo puede ser fotógrafo y que todo mundo puede ser periodista. La censura ha logrado que las fotos que se publican –la misma en todos los diarios- digan ‘foto especial’ y es que es un individuo desconocido es ahora el que logra saltar la barrera que imponen a los periodistas para mostrar –a través de la imagen, la realidad. Repito, antes todos éramos uno sólo con la autoridad”, se queja Enrique.

Por el mundo

Hoy en día el trabajo de este fotógrafo ha trascendido a nivel mundial contando con más de seis exposiciones en Nueva York, exposiciones en Alemania, Dinamarca, Italia, Londres y Polonia.

Y aunque afirma que ya no sale con su cámara a la calle, le da gusto saber que los estudiantes tomen de referencia sus años de experiencia.

“Soy el tema de su tesis”, cuenta con orgullo.

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