Así es el esquema de tandas que ofrece el gobierno

 

Guardar tus ahorros bajo el colchón arriesga tu efectivo


AUTOR: ÓSCAR BALDERAS

A los 58 años, Juana Camila Hernández perdió todos sus ahorros en un incendio. Una brasa rebelde en el fondo del fogón que calentaba la sala se convirtió en llamaradas que acabaron con sus cortinas, sus muebles de madera y el colchón. Cuando la maestra de primaria logró salir de su casa en El Oro, Estado de México, vio por la ventana ardiente que su colchón se consumía y, debajo de los resortes, cientos de billetes se convertían en ceniza. Han pasado tres años desde ese incendio y Juana Camila no ha recuperado ni una décima parte de su dinero.

Jaime Mondragón perdió todo el capital acumulado en 60 años de vida cuando un par de hombres asaltaron su casa. Los falsos inspectores de la Comisión Federal de Electricidad lo derribaron con un batazo apenas abrió la puerta. Al abrir los ojos, alguien le pasaba por la espalda y muñecas una cuerda rasposa. Durante 30 larguísimos minutos, el doctor Mondragón, un reconocido cardiólogo en la Ciudad de México, fue interrogado y golpeado hasta que reveló el escondite de un millón de pesos, la pensión que había procurado para sí mismo luego de enviudar. Su último recuerdo de aquella noche de 2001 en la colonia Del Valle son las botas de invierno de aquellos hombres que huyeron con varios kilos de billetes escondidos en maletas de mano.

Billetes. Foto: Cuartoscuro

Danae Villegas había tolerado durante un año su trabajo como recepcionista en una clínica de belleza. Odiaba a las clientas altaneras y a los doctores libidinosos, pero el objetivo valía los corajes: tres meses “de mochilazo” en Europa. A dos semanas de su esperada escapada, la recién egresada de 23 años buscó los fajos de billetes guardados en una caja de zapatos con la finalidad de convertir sus 40 000 pesos mexicanos en euros. Y buscó. Buscó. Rebuscó. Cuando entró en pánico, habló con la mujer que contrataba semanalmente para la limpieza: “No recuerdo esos billetes, señorita, pero sí las cajas… como usted me dijo que tirara todo lo viejo, pues las cajas se fueron al camión de la basura”.

Las tres historias forman parte de las anécdotas que cuentan empleados de Bansefi, el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, el único banco social del país, controlado por el Gobierno y de reciente creación, apenas en 2002. Al preguntarles por qué es importante ahorrar el dinero en efectivo que se guarda en casa, exponen un catálogo de experiencias graciosas y dolorosas: la mujer que perdió sus ahorros en una mudanza, la que prestó todo a su compañera de trabajo y huyó, el que –literalmente– vio cómo su perro rompía los billetes y los hacía confeti.

Todos los personajes de sus anécdotas reales tienen algo en común: ahorraban con un método viejo. El dinero en el colchón, los billetes en una caja fuerte, los fajos en una caja vieja detrás del librero. No sólo desprotegían su ahorro ante cualquier desastre o algún visitante, sino que ese dinero estancado perdía paulatinamente valor ante el crecimiento de la inflación en el país: sólo en 2016, el precio de bienes y servicios creció 6.6 %, el pico más alto en los últimos 16 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (Inegi).

En el catálogo de desgracias también aparecían las tandas, uno de los métodos más populares en el país para economizar ahorros: un grupo de personas acuerda entregar un monto semanal o mensual de ahorro a un responsable, quien debe juntar el dinero de todos y entregar el total de lo juntado, por turnos o sorteo, a cada participante hasta que el ciclo se cierre. Las historias ahí abundan: alguien se fugó con el dinero, una participante se tarda en pagar, entregaron el ahorro incompleto…

Imagen para ilustrar. Foto: Cuartoscuro

Hace 10 años, Bansefi supuso que si no podía combatir los viejos métodos de ahorro de los mexicanos, podría unírseles y mejorar la experiencia. Desde entonces, existe un programa que tiene su pico de inscripción entre enero y marzo, en la llamada “cuesta de enero”, como una prevención para que el siguiente año no se repitan los aprietos económicos familiares: Tandahorro, o como los empleados del Banco del Ahorro Nacional ahora le llaman, “Tanda 2018”.

Este programa sigue el principio básico de las tandas, pero elimina el riesgo de depender de los pagos de terceros. Se trata de un ahorro a plazo fijo asociado a una cuenta: el dinero no se entrega a personas, sino a Bansefi, y este lo guarda por un plazo que puede extenderse hasta 36 meses. Si alguien quiere disponer del dinero ahorrado durante un año –en enero de 2019–, basta con contar los meses faltantes y elegir el plazo.

Cada usuario elige cuánto quiere y puede ahorrar. Lo mínimo son 50 pesos mensuales, y si se elige un plazo mayor a 6 meses, Bansefi aporta el dinero equivalente al factor inflacionario, de modo que el dinero no pierda su valor si aumentan los precios de bienes y servicios en el país. A eso el banco le llama “garantía inflacionaria”.

Además, cuenta con un seguro: si el titular de la cuenta fallece, por cualquier motivo, el beneficiario de la cuenta –madre, hijo, hermano– recibe el monto igual al saldo promedio de los 6 meses anteriores al fallecimiento (con un monto máximo de 20 000 pesos).

Dinero. Foto: Cuartoscuro.

El catálogo de desgracias también tiene una contratapa por si alguien eligera modernizar su ahorro con la mirada puesta en la próxima “cuesta de enero”: Azael Fernández, de 42 años, ahorró 1 500 pesos por 14 meses y retiró, con su garantía inflacionaria, cerca de 22 000 pesos hace apenas unos días. Renovó su plazo de ahorro y ahora buscará guardar 2 000 pesos mensuales para el siguiente invierno. Cuando firmaba su nueva Tandahorro, Azael contó que, por fin, tendría vacaciones de Semana Santa, y habló por un largo tiempo sobre esa alberca en un gran hotel de Acapulco con la que soñaba zambullirse desde que era niño.

De acuerdo con Juan Manuel Gravas, doctor en Economía e investigador en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, un problema con las viejas tandas es que el monto máximo de ahorro y el plazo para recuperar el dinero dependen del número de participantes. Si se juntan 4 o 6, el ahorro será poco, pero manejable; si son más de 10 o 15, lo juntado puede ser considerable, aunque la organización será problemática. Este modelo “2018”, afirma, tiene otra ventaja ya que permite al ahorrador calcular una meta específica y decidir, sin depender de otros, el plazo para obtenerla.

Azael puso la mira en la alberca y en marzo podrá tirarse un chapuzón, Ivonne Ramírez lo hizo con el enganche de su auto, y Mariel Durán con el pago de su título profesional; en contraste con las metas que se truncaron bajo un colchón, en un robo y en un tesoro que se fue –literalmente– a la basura.

 

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