25 años de impunidad militar

 

El delito sigue “investigándose” en la Procuraduría de Chihuahua


El teniente Miguel Orlando Muñoz Guzmán descubrió que sus superiores en el 26 Batallón de Infantería en Ciudad Juárez, Chihuahua, recibían fuertes cantidades en dólares por brindar protección a traficantes de drogas. “El enemigo del verde es el propio verde”, era una frase recurrente que testigos dentro del Ejército le escucharon decir a este joven oficial que fue víctima de desaparición forzada dentro del cuartel en el que prestaba sus servicios.

Aunque están a punto de cumplirse 25 años de esta ausencia forzada, el delito sigue “investigándose” en la Procuraduría de Chihuahua, pero como si se tratara de una desaparición simple y poniendo énfasis exclusivamente en la localización de los restos de Muñoz Guzmán, presumiendo que está muerto.

El general Luis Montiel López, comandante de la V Zona Militar de Chihuahua, el teniente coronel Pedro Gutiérrez López y el capitán José de Jesús Morales García, entre otros mandos, han sido señalados como los autores de la desaparición de su compañero de armas, quien fue visto por última vez, el 8 de mayo de 1993, dentro de las instalaciones del 26 Batallón.

Hay evidencia surgida en estos cinco lustros de la corrupción de los militares y de su abierto involucramiento con la delincuencia, pese a lo cual no se les ha juzgado por esta desaparición. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su Informe de Fondo del 28 de febrero de 2006, está convencida de que fueron los propios superiores del teniente Muñoz Guzmán quienes ordenaron desaparecerlo. Escribió textualmente la CIDH:

“El expediente del caso revela que integrantes del mismo Batallón se hallaban involucrados en actividades ilícitas y relacionados con traficantes de drogas de la zona… El Estado mexicano reconoce expresamente que el capitán José de Jesús Morales García tenía relaciones con el señor Pedro Damiani, presunto narcotraficante de la zona del 26 Batallón, motivo por el cual fue consignado por delitos contra la salud (tráfico de drogas) en la causa penal 842/99 de la justicia militar”.

Para documentar “la corrupción verde”, hay que recordar que el también general José Agustín Montiel López, hermano del impune Luis Montiel, fue enviado a prisión en abril de 2004 acusado de brindar protección a los capos Juan José Esparragoza Moreno “El Azul” y Vicente Carrillo Fuentes “El Viceroy”. Según el expediente judicial en su contra, recibía cocaína de avionetas que aterrizaban en el aeropuerto de Cuernavaca y trasladaba la droga en vehículos de la policía ministerial de Morelos hasta bodegas de Los Reyes La Paz, en el Estado de México.

Al general Luis Montiel se le atribuyen numerosas desapariciones forzadas de opositores cuando estuvo en Guerrero.

Era uno de los jefes de la llamada Brigada Blanca en los años 70 y 80, al igual que los generales Francisco Humberto Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro. Quirós murió de cáncer en la cárcel, acusado de proteger al capo Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, y Acosta Chaparro fue asesinado por dos jóvenes sicarios en la ciudad de México el 20 de abril de 2012.

Un portafolios con documentos probatorios y el diario personal del teniente Orlando Muñoz desaparecieron al igual que su dueño. El Ejército inventó que Muñoz desertó, luego desapareció evidencias del caso que ya no llegaron a un juez civil y en el expediente constan amenazas del general Montiel de que “lo iba a chingar” por delatar la relación narcomilicia.