Abusos

 

Cada vez están más sueltos los policías de la Ciudad de México


Cada vez están más sueltos los policías de la Ciudad de México. Se percataron de la posibilidad de actuar por su cuenta sin ninguna consecuencia.

Son muchos los ejemplos.

Desde el agente moviendo de lugar una motocicleta para ubicarla en una zona de estacionamiento prohibido y así poderla remolcar al corralón, hasta los agazapados a un lado de la farmacia París, sobre 5 de Febrero, a la caza de automovilistas a quienes se les permite el paso por República del Salvador, hacia carriles del Metrobús, sólo para caer en la trampa unas cuadras adelante. Todo está calculado. Es una mina de oro para los agentes apostados en la calle señalada. Las mordidas se reciben a la vista de todos. Nadie hace nada. Se instalan por ratos, no están todo el tiempo, pero su acción irregular es constante y es imposible su ignorancia por los mandos superiores.

La cereza del pastel fue la remisión de un pintor, a quien se aplicó una multa elevada “por obstruir la vía pública”. Ante la indignación creciente por la arbitrariedad se anunció la suspensión del policía que impuso la sanción, pues no pudo acreditar el origen de la denuncia, seguramente inexistente.

Es muy probable que actuara por su cuenta o al servicio de alguien, sabedor de la impunidad de sus abusos.

Estos celosos servidores no hacen nada ante la irregularidad creciente de miles de vecinos bloqueadores de la vía pública con piedras, fierros y todo tipo de artilugios, pues no les gustan los coches frente a sus domicilios. Ahí sí procedería la sanción, sucede por toda la ciudad.

Hay un abuso de las señales de discapacidad. Cuyo uso está regulado. Hoy cualquiera las pone. La ceguera de la autoridad es su mejor escudo. Cuidado, la policía está suelta, se sabe impune.