Inseguridad

 

Asesinatos, secuestros, robos, han tenido un crecimiento constante


Si se suman las asignaciones presupuestales de los últimos 10 años, no son la salud y la educación los rubros más favorecidos, ha sido la seguridad pública. En lugar de comprar medicamentos y construir escuelas y hospitales, se adquirió armamento y se crearon corporaciones policiacas a las que se blindó, sin saber a ciencia cierta el número total de sus integrantes. En este escenario, era lógico esperar el control del flagelo del crimen organizado, pero no ha sido así. Asesinatos, secuestros, robos, han tenido un crecimiento constante, la cuantiosa inversión pública no ha resultado en tranquilidad social.

La causa es fácilmente detectable: los cuerpos policiacos y de seguridad pública creados para protegernos, se volvieron, salvo las excepciones siempre honrosas, brazos al servicio de los intereses que debían combatir.

Federación y estados perdieron el control de sus cuerpos armados y las consecuencias están a la vista. Apenas anteayer se dio una matanza en un lugar de Playa del Carmen, cuyo saldo viene a sumarse a muchos otros casos de igual factura, sucedidos en Guerrero, Colima, México, Michoacán. Morelos, Veracruz y la propia Ciudad de México.

Los escenarios han sido señalados largamente por la opinión pública como sitios de presunto tráfico, controlados por cárteles. Sólo la policía lo ignoraba, de ahí su inacción y su ceguera intencionada. Un exinspector en Playa del Carmen me contó la instrucción de sus jefes para avisar a los dueños de varios antros cuando se les programaba una visita.

Se les daba margen para preparase y, claro, nunca surgía una sanción, siempre salían limpios. Frente a esta realidad, no hay nada por hacer, no es un asunto de recursos, es de ética pública, de eficiencia gubernamental, de compromiso ciudadano, valores hoy ausentes del ejercicio público. Por desgracia, seguiremos lamentando estas tragedias.