PLACER, ELEMENTO FUNDAMENTAL DE LA LECTURA PARA NIÑOS

 

La lectura es un acto complejo, de alto nivel, que forma parte del proceso cognitivo de la persona, pues más allá de conocer el código escrito y el vocabulario básico, también requiere recordar, hacer inferencias, anticipar, cuestionarse y muchos procesos más. Pero al mismo tiempo implica la expresión emotiva. Este proceso complejo empieza a edad […]


La lectura es un acto complejo, de alto nivel, que forma parte del proceso cognitivo de la persona, pues más allá de conocer el código escrito y el vocabulario básico, también requiere recordar, hacer inferencias, anticipar, cuestionarse y muchos procesos más. Pero al mismo tiempo implica la expresión emotiva. Este proceso complejo empieza a edad temprana, en la etapa escolar, pero se debe tener cuidado para que se desarrolle a la par en los planteles y en los hogares.

Para Irma Ibarra, egresada en Lingüística y Literatura Hispánica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, autora de libros de texto para secundaria en la asignatura de español y especialista en lectura y educación, está claro que cuando se habla de los niveles bajos que existen en el país en cuanto a la lectura, se debe diferenciar respecto a la comprensión lectora, pues no entender cabalmente lo que se lee puede significar que resolver la etapa escolar, hasta nivel profesional, no tendrá el mejor fin. Y lo mismo puede ocurrir en la vida en general.

Tras señalar, en plática con Litoral, que la deserción escolar está muy relacionada con la baja comprensión lectora, dado que si no se entiende lo que se lee no se obtienen buenos resultados en cualquier asignatura, deja en claro que este hábito también es placer, la posibilidad de entrar a otros mundos y al propio; encontrar en las palabras aquello que se siente, por lo que interviene en el desarrollo emocional.

Además, esta práctica implica mantener una concentración sostenida, lo que lleva a tener paciencia y, con ello, la tolerancia, lo que es difícil encontrar en buen nivel en los niños de la actualidad, quienes rápidamente se frustran por no obtener lo que quieren inmediatamente. La lectura también ayuda en ello, pues el resultado no lo obtienen en la primera página, se necesita pasar por un proceso que culmina antes de la palabra FIN. Igualmente, requiere de un espacio y un tiempo que los menores convierten en suyo.

Desafortunadamente, en México se han trabajado de manera separada estos dos conceptos, es decir, el leer para aprender, como se hace en las escuelas, y el que se hace por placer, como se fomenta en actividades de cuenta cuentos y otras, y lo peor es que ambos lados están distanciados, anota la también gerente de la línea infantil y juvenil de editorial SM.

Por ello, recomienda un entendimiento y equilibrio entre ambas partes, entre lo que se hace en la escuela como lo que se debe hacer sobre todo en el hogar, donde se debe ver como una actividad que implica el conocimiento, el placer y la convivencia familiar. La lectura solamente como un deber es el camino más seguro a que un niño posteriormente rechace e incluso odie hacerlo. Lo contrario, combinarla con el placer, va en beneficio del ciudadano del siglo XXI, pues no basta que se sepa leer de manera fluida, entonada, pausada, se requiere del entendimiento cabal y placentero, subraya.

Agrega que en los últimos años se ha avanzado en esta conciliación, pues en las escuelas se implementan ya dinámicas de disfrute y productividad lectora, en lo que se debe trabajar más es en el lado afectivo, de estrechar los lazos entre los libros y los niños, y eso es una tarea más familiar, de enseñanza con el ejemplo, a través de la plática diaria, como cuando se lee a los hijos a la hora de dormir.

De esa forma, las publicaciones pasan a formar parte del seno familiar, afectivo, y está comprobado que esa acción genera lectores para el resto de la vida, incluso después del ciclo escolar. Por supuesto, hay quienes han encontrado este placer por sí mismo, y como todo placer es necesario compartirlo.

Obviamente, la lectura que se da de esta forma estrecha los lazos entre padres e hijos, subraya al mencionar otro beneficio de la lectura iniciada a edad infantil: el niño se pone en el lugar del otro, fomenta la tolerancia. Asimismo, cuando hay temas familiares difíciles por abordar, la lectura puede auxiliar para mediarlos y después resolverlos dentro del núcleo.

La práctica de la lectura también debe entenderse como un acto que deba completarse con la conversación, el intercambio de experiencias e ideas en torno al libro. Los libros contienen experiencias, reales o ficticias, que los padres ya han vivido, entonces sin duda habrá temas de conversación, en las cuales se dan oportunidades para compartir, vivencias, ideas, sentimientos y otros más, lo que actualmente se conoce como valores, concluye.

NTX/RML/LIT19