Quiero caminar sin miedo

 

La Ciudad de México no es precisamente una de las ciudades más caminables del mundo, sin embargo no se puede negar que ha habido avances significativos


No hay nada que me guste más que caminar por las ciudades.

Siempre he pensado que la mejor manera de conectar con el paisaje y la identidad de un lugar es dejando huella en sus aceras, sin embargo, en algunas ocasiones, la política pública puede desencadenar una desconexión entre las personas y las urbes que habitan y transitan.

La Ciudad de México no es precisamente una de las ciudades más caminables del mundo, no es Ámsterdam ni Portland, sin embargo no se puede negar que ha habido avances significativos que parecen ir hacia el compromiso de garantizar el derecho a la ciudad para todas las personas.

Aún así, caminar y cruzar calles o avenidas en esta ciudad es un asunto de vida o muerte. Un solo dato: los accidentes viales son la primera causa de muerte en niños y niñas en la capital mexicana. Ahí nomás.

A pesar de tan contundentes cifras, durante las recientes campañas políticas vimos cómo la movilidad y la seguridad vial fueron temas que dividieron a los candidatos al gobierno capitalino. Finalmente, tras las elecciones en un efecto “carro completo” de Morena, resultó ganadora Claudia Sheinbaum, quien llamó la atención por muchas cosas pero a quienes apostamos por una ciudad caminable nos encendió un foco rojo: esa promesa de eliminar las fotomultas.

Por fortuna, hace dos días la jefa de gobierno electa dejó en claro que no se eliminarán, pero que se revisará el sistema de recaudación pues le parece “injusto”. Básicamente se refiere a reducir el monto de las multas y que la penalización sea más enfocada en un programa de educación vial, algo que bien que nos hace falta si consideramos que por años en esta gran urbe cualquier persona ha podido sacar una licencia de manejo sin siquiera estar obligada a demostrar que sabe conducir.

La candidata ganadora de la elección al Gobierno de la Ciudad de México dejó en claro que podría haber sanciones económicas pero que éstas no serían “atentatorias contra la economía de las familias”; sin embargo, yo me pregunto ¿de verdad nos comprometeremos a mantener los límites de velocidad establecidos cuando ya no tengamos miedo de no quedarnos en ceros a mitad de quincena si cometemos una falta?

Vivimos en una ciudad donde el exceso de velocidad es la causa número uno de accidentes viales, seguida por el abuso del alcohol.

De hecho, la asociación civil Liga Peatonal ha estado bombardeando con certeros tuits a la próxima jefa de Gobierno advirtiéndole que no se debían eliminar las fotomultas sino más bien revisar el esquema de asignación de contratos y la recaudación para evitar que esta medida sirva para el enriquecimiento de unos cuantos.

Afortunadamente, Sheinbaum ya se ha puesto en ese mood y parece que, igual que ha pasado con otras promesas de campaña de tono populista, comenzará a delinearlas con matices mucho más aterrizados que, de una u otra manera, nos darán un poco de tranquilidad.

Pero ojo, una ciudad caminable y segura no depende de si hay o no fotomultas, pues la política de la seguridad vial parte a su vez de una política pública de movilidad integral y transporte multimodal, una de rescate y mantenimiento de espacios públicos, alumbrado en las calles y la recuperación de bajo puentes, plazas y esquinas que hoy son espacios para el esparcimiento y la convivencia. Hemos dado avances, hoy podemos decir que vivimos en una ciudad que aspira a ser más humana, por favor señoras y señores funcionarios no nos condenen a ser cangrejos. Señores automovilistas no nos condenen a ser difuntos. Yo quiero caminar sin miedo por las calles de la Ciudad de México, ¿y tú?