Corredores ciegos, “Halcones” que vuelan sin límites a la superación

 

Por José Luis Simón México, 18 Feb (Notimex).- Se llaman “Halcones”, porque a través del deporte pueden abrir sus alas para realizar actividades impensables, como correr varias distancias y hasta maratones, o estudiar para titularse, en lugar de vivir su desgracia de la ceguera en medio de la depresión. Adriana Aguirre, instructora de artes marciales […]


Por José Luis Simón

México, 18 Feb (Notimex).- Se llaman “Halcones”, porque a través del deporte pueden abrir sus alas para realizar actividades impensables, como correr varias distancias y hasta maratones, o estudiar para titularse, en lugar de vivir su desgracia de la ceguera en medio de la depresión.

Adriana Aguirre, instructora de artes marciales cinta negra y con certificaciones de entrenadora deportiva, es la causante de este proyecto que se echó andar hace cinco años, cuando laboraba en la escuela de entrenamiento de perros guía para ciegos.

Después se acercó una asociación llamada Corriendo por Sonrisas y el primer plan fue en cinco meses preparar a las personas para una carrera de cinco kilómetros.

“Lo que buscamos es que a través del deporte puedan tener mejor salud e integrarse a la sociedad y tengan más motivaciones para hacer más cosas”, indicó al concluir un entrenamiento a un costado de la pista de remo y canotaje de Cuemanco.

Minutos después de las 06:00 horas, todos los sábados llega Adriana y su hermana Gaby a Cuemanco, donde se reúnen los del club Halcones del Sur, porque también hay otro grupo, Halcones de Chapultepec.

Llegan los corredores y también los guías, quienes unidos en las manos por un pañuelo realizan los diversos ejercicios en la sesión de calentamiento, lo cual sirve a la vez para conocerse, entenderse, coordinarse y llenarse de confianza uno del otro para realizar el trote de la práctica y después de la competencia.

“Esto los motiva no solamente a correr, sino a desarrollarse, crecer e incluso buscar trabajo y hacer cosas, que al estar con la vista bien, no lo hubiesen hecho. Llegaron personas que estaban muy decaídas y se han levantado y logrado cosas”, compartió Adriana.

En lo personal disfruta la satisfacción de ver que alguien logra hacer algo que no podía, como los maratonistas Héctor Martínez Guzmán, Carlos Hernández Galván y Guillermo Altamirano.

“Nosotros como guías ser los ojos de un corredor y ver la satisfacción, porque ya hay varios se han subido al podio, es lo más bonito, porque no estamos buscando medallas ni reconocimientos, solo buscamos que el corredor pueda desarrollarse”, expresó.

Además de entrenar también es guía, labor que disfruta al máximo porque también debe estar bien concentrada, enfocada y dar la motivación requerida durante el entrenamiento y en la competencia, sobre todo preparada físicamente.

“Nosotros somos sus ojos, le decimos a la izquierda o a la derecha, viene un tope o cualquier cosa que por mínima que sea, es lo que le vamos diciendo”, manifestó.

A cinco años por cumplir ya son más conocidos por los organizadores y algunos les hacen invitaciones, los corredores “normales” también ya los respetan un poquito más, aunque todavía reciben codazos.

“Cuando surgió el equipo solo eran ocho corredores y uno de ellos propuso el nombre de Halcones, porque el halcón siempre vuela, está hacia arriba, y una de nuestras corredoras comentó que parecía que volaba cuando competía”, apuntó.

Con ese vuelo han sido invitados a Veracruz, Monterrey, Morelia, Colima y en la primera carrera de la inclusión en Huixquilucan, Estado de México.

Una de esas muestras del éxito es Catalina Margarita Reyes Galindo, quien llegó al equipo aproximadamente hace año y medio por baja visión, lo cual le impidió dar clases como maestra de corte y confección en una escuela secundaria de la Secretaría de Educación Pública.

“Emocionalmente me sentí muy mal. Cuando llegué a ‘Halcones’ conocí a personas que no ven nada y lo que hacen me motivó muchísimo. Encontré apoyo emocional y físico, a una segunda familia. Una fortaleza. Mucha confianza de que es posible hacer todo”, agregó.

Abundó que cuando llegó lloraba mucho, con la autoestima baja, estaba muy decaída y pensaba que ya se acababa la vida. “No Cati, se acaba la vista, pero no la vida”, le insistió una compañera.

Luego tuvo la experiencia de su primera carrera, que fue de cinco kilómetros. “Me sentí muy bien. Sentí que volaba, que veía con la ayuda de mi guía y me di cuenta que podía hacer todo”.

Eso la motiva para hacer otras cosas, como el participar en el Campeonato Nacional de Tiro con Arco, donde ganó medalla de oro y una de plata.

“Lo de Halcones me motivó y ser la primera arquera de mi categoría en el país y con mi vocación de maestra quiero enseñar que se puede hacer otras cosas, que no hay límite, que el límite nosotros nos lo ponemos”, expresó Catalina, quien nació hace 64 años de edad en Puebla y en la secundaria fue una velocista, pero después ya no practicó deporte.

Noemí Zarco Guzmán llegó al equipo hace un año y ya participó en 12 carreras y en una de ellas ya subió al podio, además ocupa su tiempo al trabajar con títeres y mimos para llevar alegrías a niños en hospitales.

Octaviano Arias tiene dos años y medio en Halcones Sur a causa de sufrir la enfermedad glaucoma, la cual lo llevó a perder la vista en el ojo derecho en 1998 y en el izquierdo en 2009.

Noemí, quien es guía de su padre y de otros corredores, comentó que Octaviano es comprometido, le gusta correr y eso lo motiva para hacer otras cosas y llevar la vida más tranquila.

María Elena García Cruz, quien nació el 8 de agosto de 1990, es una de las iniciadoras del club y acepta que antes no corría ni para alcanzar el camión del transporte público.

A ella le dio el Síndrome de Stevens-Johnson, producto de una alergia a un medicamento, que fue como si se hubiera quemado de adentro hacia afuera de su organismo, cuando tenía 20 años.

“De la noche a la mañana perdí no sola la vista, sino la salud. Llegar aquí fue el poder moverme. Fue ser libre otra vez. Sentir el aire en la cara, vivir la agitación del cuerpo por el ejercicio. Fue muy emocionante. Tiene mucha importancia la existencia de este club porque nos da las herramientas para seguir siendo uno mismo”, expresó.

En esa primera etapa estuvo ocho meses, regresó en 2015 para correr y ganar su perro guía, pero al mismo tiempo, ya con la discapacidad, inició la licenciatura en nutrición y hace un año se graduó, por eso volvió a salir del equipo, para dedicarse a estudiar.

“Regreso a mi familia. Me siento feliz. Siempre he tenido el apoyo de Gaby y Adriana. Mi meta es correr cinco kilómetros y mejorar mi tiempo, porque cuando me fui hacía 45 minutos sobre los cinco kilómetros”, detalló.

En su profesión de nutrióloga da consultas por la tarde y por la mañana trabaja de recepcionista en la secretaria del medio ambiente en el vivero de Nezahualcóyotl, en Xochimilco.

NTX/JLS/LHM