Credibilidad de Peña cae al despeñadero

 

Los casos de Elba Esther y el del exgobernador veracruzano Javier Duarte lanzó al despeñadero la poca credibilidad que le quedada a Peña Nieto


El 26 de febrero de 2013 tuve la oportunidad de dar a conocer, antes que nadie y a través del programa de José Cárdenas en Grupo Fórmula, la aprehensión de Elba Esther Gordillo, la entonces presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

El entonces procurador general de la república, Jesús Murillo Karam, explicó que fue detenida después de que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda detectara e investigara anomalías en sus finanzas personales.

De entrada, fue acusada de: 1) Desviar del SNTE a cuentas de personas físicas; 2) Utilizar recursos del SNTE para pagar las multimillonarias deudas ocasionadas por el uso que hizo de una tarjeta de crédito de la exclusiva tienda estadounidense Neiman Marcus; 3) Lavar dinero a través de cuentas ubicadas en Suiza y Liechtenstein; 4) Declarar ingresos por 1.1 millones de pesos para los años 2009 al 2012, monto muy inferior a los depósitos investigados; 5) Desviar 2,000 millones de pesos gastados en clínicas de belleza, cirujanos plásticos, tiendas departamentales y galerías de arte.

Conforme pasaron los meses, la PGR presentó más cargos contra ella y todo parecía indicar que sería encontrada culpable y obligada a restituir lo que supuestamente le robó al SNTE.

Después de unos meses en la cárcel, Gordillo fue enviada al hospital de la cárcel de Tepepan, dizque por razones de salud, luego a un hospital privado y finalmente a su casa, en donde permaneció bajo prisión domiciliaria hasta que fue liberada el 8 de agosto pasado, después de que un tribunal cancelara el proceso en vista de que las pruebas presentadas en su contra por la PGR no acreditaron que fuera responsable de cometer algún delito. Así, Elba Esther resultó ser inocente después de pasar poco más de cinco años presa.

Este caso muestra cómo la Unidad de Inteligencia Financiera y la PGR probablemente se utilizaron para perseguir a una enemiga política del presidente Enrique Peña Nieto. Los cómplices en esta aparente persecución fueron Jesús Murillo Karam, Arely Gómez, Raúl Cervantes Andrade y Alberto Elías Beltrán, que en esta administración estuvieron al frente de la PGR, y Alberto Bazbas, que de 2013 a 2018 fue el titular de la UIF y famoso por haber hecho el ridículo absoluto cuando, como procurador general de Justicia del Estado de México durante el gobierno de Peña, no pudo resolver satisfactoriamente el famoso caso de “la niña Paulette”. Por su lealtad incondicional, Bazbaz es hoy el espía mayor del país debido a que desde enero pasado es el director del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen).

Los casos de Elba Esther y el del exgobernador veracruzano Javier Duarte, quien ahora nos dicen que aparentemente tampoco cometió los delitos que lo tienen en la cárcel, lanzó al despeñadero la poca credibilidad que le quedada a Peña Nieto.