Culto al Niño Fidencio, una devoción de más de un siglo en Nuevo León

 

Por Plácido Meléndez Rodríguez. Corresponsal Espinazo, NL, 7 Abr (Notimex).- Sin tener el estatus de un santo, el culto al Niño Fidencio, un famoso curandero de principios del siglo pasado, en esta comunidad de 500 habitantes, en el municipio de Mina, es el motor de desarrollo económico y turístico, con visitantes de México y Estados […]


Por Plácido Meléndez Rodríguez. Corresponsal

Espinazo, NL, 7 Abr (Notimex).- Sin tener el estatus de un santo, el culto al Niño Fidencio, un famoso curandero de principios del siglo pasado, en esta comunidad de 500 habitantes, en el municipio de Mina, es el motor de desarrollo económico y turístico, con visitantes de México y Estados Unidos.

José Fidencio Constantino Síntora, (Irámuco, Guanajuato, 13 de noviembre de 1898- Espinazo, Nuevo León, 1938), es venerado ahora por la Iglesia Fidencista Cristiana, constituida desde 1993, luego de que sus milagros y acciones jamás tuvieron el reconocimiento de la Iglesia católica.

Alejandro González López de la Fuente, encargado del Templo del Niño Fidencio, refirió a Notimex cómo a partir de la cura con tomates podridos a un hacendado alemán, el Niño Fidencio cobró fama de sus poderes de sanación, lo mismo para lisiados que para ciegos, enfermos psiquiátricos o personas con problemas de salud diversos.

“Cuando llegó el Niño Fidencio aquí, estamos hablando del siglo pasado, de 1914, 1915, 1916, es cuando más empieza a surgir el fenómeno del fidencismo, del Niño Fidencio, cuando él muere, en 1938, cambia de género, de ser el Niño Fidencio, al fidencismo”, relató.

En torno al detonante de este fenómeno de culto religioso, en este sitio localizado a unos 200 kilómetros al noreste de Monterrey, en los límites con Coahuila, señaló que esto fue a partir de la cura que hizo a un hacendado alemán, el cual en agradecimiento publicó en periódicos reconocidos de la época los milagros del curandero.

“En aquellos años, había un alemán aquí que era el hacendado de esta región, que era la Hacienda del Espinazo, Don Teodoro de Von Wernich, él se contagió de los pies y tenía una enfermedad, que ya estaban por amputarle las piernas, entonces mi abuelo era el hacendado, Don Enrique López de la Fuente y le dijo, ve con Fidencio que te cure”, contó.

“-Von Wernich- le decía que no, porque ya había ido hasta Alemania, Estados Unidos, y no le tenían otra solución más que amputarle las piernas, y él le dijo a mi abuelo, si Fidencio me cura, lo voy a promover en los medios de comunicación más importantes de la nación, en aquellos años”, prosiguió.

“Lo curó con tomates podridos de la labor, con puros tomates lo empezó a tratar y se alivió, y este señor hizo eso, en los periódicos importantes de aquellos años, lo empezó a publicar y de ahí fue el detonante”, apuntó durante un recorrido al templo de culto abarrotado de devotos del fidencismo.

Fue tanta la fama del Niño Fidencio, que incluso el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, se puso en sus manos para curarse un problema de lepra que habían contraído tanto él como una de sus hijas.

Quien gobernara al país en el periodo 1924-1928, “cuando se curó, le dijo que qué quería –al Niño Fidencio-, le dijo que le iba a poner agua, en ese entonces bajó el agua de la Sierra de la Gavia, aquí a la estación –de ferrocarril- y al templo; el ferrocarril ya existía, pero era de carga y pusieron el ferrocarril de pasajeros”, apuntó.

Para el administrador del templo fidencista, este fenómeno es fruto de “fe, creencia, realmente es como una religión, cree la gente en esto, reza, canta ora, pide, es como una religión; de hecho, está fundada la Iglesia Fidencista Cristiana, en 1993, es una institución completa, con sus estatutos, hay misas fidencistas, todo tiene su formación”.

Respecto a similitudes con el catolicismo, explicó: “Lo único diferente, creemos en los santos, pero lo diferente, que no somos sacerdotes, son ministros fidencistas celebrantes, materias, hombres, mujeres, que hacen el culto al Niño Fidencio”.

“Los escoge el Niño, nadie se prepara solo, las personas que reciben al Niño Fidencio, ellos no lo deciden, él los decide, él los manda, aunque lo quiera hacer, no hay una escuela”, agregó.

La curación fidencista ahora la realizan los llamados “cajitas”, a los que define como “la persona que recibe la fuerza, la energía, el espíritu del Niño Fidencio, para hacer la curación”, sin que precise la cantidad de estos.

Las “cajitas”, hombres y mujeres, “poseídas por el espíritu del Niño Fidencio, tienen la capacidad de curar”, a través de “limpias” con hierbas e imitan la voz del curandero, al sentirse “en posesión”.

“Aquí no es el espiritismo, es rayo de luz, energía de fuerza del Niño Fidencio”, enfatizó González López de la Fuente, nieto de Enrique López de la Fuente y Consuelo Villarreal y, a su vez, hijo de Fabiola López de la Fuente, hermana de crianza del Niño Fidencio y quien incluso recita a visitantes al sitio, a pesar de su avanzada edad.

Dentro del recorrido, es común ver a devotos fidencistas llegar al templo rodando o hincados con las rodillas sangrantes, para pedir o agradecer favores al Niño Fidencio, cuyas fiestas principales se realizan en octubre, cuando se conmemora su nacimiento religioso y deceso.

Al interior del templo está la tumba del mítico curandero, con múltiples imágenes y pinturas en su honor, además de fotografías y testimonios de personas que lograron sanación a sus males.

Incluso hay una pared tapizada de muletas de madera, cuyo paso del tiempo se evidencia, como agradecimiento de adoradores del Niño Fidencio que volvieron a caminar, tras acudir al sitio.

“Son gente que viene a darle su testimonio, a darle las gracias al Niño, pero también muchos de los que están aquí, vienen a pedir la ayuda al Niño Fidencio, de alguna enfermedad o algún problema que tienen y esta es una evidencia de lo que tenemos, hay muchas”, aseguró el anfitrión del templo fidencista.

Además de oraciones, el baile, amenizado lo mismo por grupos norteños, que de banda o mariachi, se hacen presentes al interior del sitio de culto, como parte de la parafernalia fidencista.

En el jardín del templo también se encuentra un columpio, donde el santón realizaba también curaciones a quienes le dieron su fe, para que al lanzarlos desde el columpio volvieran a caminar o a hablar, en muchos casos, según referencias en torno al mítico personaje.

“Hizo curaciones muy milagrosas, a locos, a sordos, a mudos, a paralíticos, tenía una diversidad de enfermedades que curaba en el columpio el Niño Fidencio”, apuntó.

Otro espacio predilecto de los visitantes es “el charquito” de aguas negras, y al que se le atribuyen también propiedades curativas, por lo que muchos no dudan en meterse al lugar o en su caso, extraer lodo y llevárselo en recipientes como material “milagroso” o curativo.

A las afueras del templo, entre las filas de personas que arriban al sitio, caminando o hincadas, se hace presente la vendimia de comidas, bebidas y recuerdos alusivos al curandero que dio fama a Espinazo, Nuevo León.

En tanto, el alcalde Mina, Dámaso Cárdenas Gutiérrez, señaló la alta afluencia de visitantes a Espinazo, derivado del fervor y fe hacia el Niño Fidencio, cuyo culto se ha extendido por gran parte del norte de México y el sur de Estados Unidos, principalmente.

Los autobuses con seguidores del Niño Fidencio arriban principalmente de estados como Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas y Zacatecas; de Estados Unidos, provienen de Texas, Illinois, California, Colorado, Oklahoma, Florida, Indiana, Kansas y Arizona.

“Yo creo que debe ocupar uno de los 10 o 15 lugares de visita turística, por el tema religioso, a nivel nacional, dado que en estos días van a ser más de 200 mil visitantes y nos falta octubre, donde más gente visita el lugar”, mencionó.

Ante esto, buscan apoyos estatales para dotar de mayor infraestructura al sitio, como la instalación energía eléctrica trifásica y la ampliación de la carretera, así como proveer de espacios hoteleros, para potenciar aún más el sitio y brindar una mayor atención a los visitantes, comentó el munícipe de Mina.

Indicó que “-en Espinazo- hay gente que está dedicada a la ganadería, a la agricultura, al comercio, pero el 80-90 por ciento, se dedica, por la visita de la gente que viene aquí a Espinazo –al culto fidencista-”, lo cual lo convierte en el principal detonante económico de esta comunidad, a 134.5 kilómetros al noroeste de Monterrey y a 80 de la cabecera municipal.

De acuerdo a referencias históricas, José Fidencio Constantino Síntora, venerado ahora por la Iglesia fidencista cristiana, fue hijo del jornalero, no indígena Socorro Constantino, casado con María del Tránsito Síntora.

Tuvo cuatro hermanos, Buenaventura, Socorro, Joaquín y Fulgencia; a la edad de 10 años, quedó huérfano de padre y madre, su hermano dos años menor que él, José Joaquín Constantino Síntora, fue su compañero inseparable.

En vida, el Niño Fidencio inspiró la aparición de multitud de imitadores e impostores, llegando incluso a confundirse la muerte de uno de ellos con la de Constantino Síntora, la muerte del impostor fue anunciada por la prensa, y su funeral motivó una asistencia multitudinaria; sin embargo, la muerte de Fidencio llegó algo más de un año después.

-Fin de nota-

 

NTX/PMR/OPH/AEG