Exentos

 

La exención está a la vista de todos


El pasado viernes fui testigo de un hecho cuya recurrencia me acabó de confirmar la exención de las reglas de tránsito, observadas por todos los demás, para los microbuseros y muchos taxistas de esta CDMX. A eso de las 2 de la tarde todo mundo hacía el alto sobre Canal de Miramontes, antes de Calzada del Hueso, cuando de pronto un conductor de una de esas cafeteras empezó a echarla encima del automovilista de adelante, simplemente porque esperaba el verde para seguir. Como no se movió lo comenzó a increpar, aumentando el asedio hasta casi golpearlo con su defensa.

En ese momento se dio el cambio de luces, y al rebasarlo le gritó una serie de lindezas, mientras continuó su ruta llevándose cuando menos los dos siguientes altos. Solamente hace esto quien se sabe a salvo de consecuencias. De otra manera se cuidaría.

Seguramente nunca le ha llegado una fotomulta, tan extendidas para todos los demás. El microbús era el número 036017 por si a alguien le interesara, aunque me hago cargo anticipado de mi ingenuidad.

La exención está a la vista de todos. Contra lo dispuesto en el flamante, e inútil, Reglamento de Tránsito, circulan con puertas abiertas, sin luces, con las de freno muchas veces fundidas y, en ocasiones, hasta sin placas.

Hacen base donde quieren, frecuentemente en doble fila. Son protagonistas de un alto número de accidentes, pero no les pasa nada. La vox populi dice que las líneas se mochan con la autoridad, de ahí la ceguera, pero no tengo pruebas de ello. No puedo afirmarlo. Mientras tanto, el mini estadista ya se siente en campaña. La ciudad le queda chica, está en manos de segundones tanto o más incompetentes. Todo nos desbordó. Nunca estuvimos peor, y eso que la hemos pasado mal antes.