Largo adiós de México al Divo

 

El recorrido finalizó en el Palacio de Bellas Artes


A. ÁLVAREZ / D. GUTIÉRREZ / J. PADILLA 

El reloj marcaba las 2:30 de la tarde, en silencio, la carroza gris con negro, que transportaba las cenizas de Juan Gabriel salió del hangar presidencial con destino al Palacio de Bellas Artes, en el corazón de la Ciudad de México.

Durante el recorrido, hubo desde roces entre los policías y la prensa, hasta los gritos y flores que comenzaron a cubrir la carroza.

El pueblo se volcó, como pocas veces, para despedir al compositor de “Noa noa”, o “Querida”.

El ir y venir de automóviles y peatones fue constante sobre el Eje Central Lázaro Cárdenas, a unos metros de Bellas Artes, lugar donde, minutos más tarde, se rindiera un homenaje póstumo al cantautor Juan Gabriel.

En la esquina con la calle República de Uruguay, Ofelia Miranda miraba impaciente su reloj que marcaba 15 minutos antes de las dos de la tarde. Se sentó sobre una base de concreto del semáforo, esperaba ver la carroza, al menos unos segundos.

Con sus 45 años, trabaja desde hace cinco como empleada en una plaza comercial, ayer decidió ocupar su horario de comida para ver pasar las cenizas del “Divo de Juárez”.

Un helicóptero sobrevolaba, de pronto las luces anuncian la llegada de su ídolo, camina hacia la avenida para ver, por última vez, a su artista favorito.

Mientras, los gritos, las porras, las lágrimas y sus más emblemáticas canciones son el marco para despedir a Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel.

Miles de seguidores compran banderas, cartulinas, fotografías y discos en acetato, es el último recuerdo, la forma de decir adiós.

En la Alameda Central, jóvenes y adultos forman largas, larguísimas filas para acceder al recinto, ese palacio que Juan Gabriel se atrevió a abrir para los cantantes populares, por más que los intelectuales se rasguen las vestiduras.