Pelos al natural

 

“Yo no estoy en contra de darle una recortada al vello púbico, pero de ahí a eliminarlo por completo…”


La sociedad actual muestra un rechazo total al vello corporal. Las mujeres no podemos conservar nuestro pelaje en las piernas o las axilas porque de inmediato somos descartadas de la categoría “bellas”. Los hombres, por su parte, parecen haberse dividido en dos bandos: los que portan orgullosos su barba de leñador y su pelo en pecho, y los que recurren al rastrillo o la cera en igual medida que una mujer para eliminar toda clase de pilosidades de su cuerpo.

Esta última tendencia, la unisex, llega hasta las entrepiernas de ambos sexos. Cada vez más hombres lo hacen también, quizás porque les han dicho que su pene dará la ilusión de ser más grande una vez que retiren el vello que cubre su base.

Ya lo hemos platicado aquí, yo no estoy en contra de darle una recortada al vello púbico, pero de ahí a eliminarlo por completo, hay una gran diferencia. Y ahora no solo lo digo yo, sino un grupo de respetados científicos que encontraron una relación entre la ausencia de pelo en los genitales y la presencia de infecciones de transmisión sexual.

Los investigadores de la Universidad de California-San Francisco aclaran que no pudieron establecer una relación de causa-efecto entre ambas variables, pero sí observaron que había diferencias entre quienes tenían vello y quienes se lo quitaban periódicamente.

La investigación, que fue publicada en la revista Sexually Transmitted Infections, incluyó a 7 500 personas de entre 18 y 65 años de edad. El equipo ajustó los resultados para tomar en cuenta la edad y la cantidad de parejas sexuales de las personas encuestadas, y que así no pasara desapercibida la frecuencia con la que se depilaban o la periodicidad con la que contrajeron infecciones sexuales.

De los participantes, 74 % dijo que se había depilado o rasurado el vello púbico, esto significa 84 % de las mujeres y 66 % de los hombres (muchos hombres, ¿verdad?). Luego, los científicos subdividieron el grupo según la frecuencia con la que las personas se quitaban el vello: más de 11 veces en un año, casi a diario, semanalmente u ocasionalmente.

En general, en toda la muestra el promedio de infecciones de transmisión sexual fue de 13 %. Pero entre quienes nunca se han depilado, la presencia de infecciones fue de 8 %, mientras que quienes eliminaban el pelo habitualmente presentaron infecciones en 18 %. Entre las personas que dijeron haberse depilado al menos una vez, la tasa de infección fue de 14 por ciento.

Cabe decir que no se mencionaron diferencias entre quitar el vello con rastrillo o con cera. Es decir, al parecer, el problema es el hecho de quitar el vello. A manera de conclusión, los científicos comentaron que la causa más probable de este vínculo entre las variables son las rasgaduras microscópicas en la piel que se producen con la depilación. Otra hipótesis interesante es que quienes eliminan su vello público tienen más actividad sexual sin protección con un mayor número de parejas sexuales.

¿Deberíamos, entonces, evitar la depilación? Yo no diría eso. En lo que hay que poner atención es en que esa barrera pilosa cumple una función, y que si tomamos la decisión de eliminarla debemos tomar las precauciones necesarias para proteger la zona que quede expuesta. La única alternativa realmente eficiente es un método de barrera, como las placas de látex (o ya de perdida, un plástico de cocina), el condón femenino, que cubre una parte del pubis y, por supuesto, el condón masculino.

*Periodista especializada en salud sexual @RocioSanchez

JCA