Ruido, circo y furia

 

No cabe duda de que la política en todas las latitudes ha cambiado


Parece que Trump no gusta a nadie…

excepto a millones de votantes americanos”, así lo expresa un votante norteamericano, y aunque se dice simpatizante de Barack Obama, no le desagrada para nada la idea de que Donald Trump, el neoyorquino magnate de los rascacielos, ocupe la presidencia de EU.

La idea de que Donald Trump se convierta en el inquilino número 45 de la Casa Blanca ronda por la mente de millones de personas, y ante esta posibilidad real, los mercados bursátiles internacionales reaccionan desfavorablemente ante el coqueteo de los electores norteamericanos que se inclinan por el candidato republicano.

No cabe duda de que la política en todas las latitudes ha cambiado, y el mérito de Donald Trump fue entender que millones de estadounidenses se sentían despreciados e ignorados por la clase política norteamericana: sean republicanos o demócratas.

Y es que esa clase política continuaba enfocada en promover los acuerdos de libre comercio; tolerar la inmigración; y seguir invirtiendo miles de millones de dólares peleando las guerras de otras naciones, intentando así arreglar los problemas del mundo.

Sólo un hombre como Donald Trump, sin nada que perder y todo que ganar, no temería pronunciar un discurso integrando lo que la clase trabajadora desde hace años estaba pensando, aunque éste fuera un discurso “políticamente incorrecto”: a) los acuerdos de libre comercio han provocado el cierre de fábricas en EU, y la pérdida de millones de empleos; b) los inmigrantes le roban el trabajo a los estadounidenses y representan una amenaza para la nación; y c) el Presidente debe resolver primero los problemas de EU, y no los problemas del mundo.

El día llegó. El próximo martes el mundo entero sabrá si el discurso de Trump se impone al de la élite política norteamericana.