Uriel Cabañas, heredero de la tradición de apagar fuegos

José Uriel Cabañas 

La enseñanza y el amor que su papá siempre ha demostrado por las áreas naturales lo llevó a ser brigadista forestal, desde muy chico lo acompañaba a reforestar y ya después decidió combatir incendios. Hoy, José Uriel Cabañas tiene 21 años de edad y forma parte de la nueva generación de combatientes forestales de la […]


La enseñanza y el amor que su papá siempre ha demostrado por las áreas naturales lo llevó a ser brigadista forestal, desde muy chico lo acompañaba a reforestar y ya después decidió combatir incendios. Hoy, José Uriel Cabañas tiene 21 años de edad y forma parte de la nueva generación de combatientes forestales de la Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR).

“Por mi papá decidí ser brigadista, lo acompañaba desde muy chiquito a reforestar, me gustó mucho lo que desempeñaba y ahora aquí estoy”, asegura José Uriel, quien admite que sólo esperó cumplir 18 años para dedicarse a este oficio, del cual se siente comprometido y cada día hace todo lo posible para proteger a la naturaleza.

En este Día Nacional del Combatiente Forestal, el brigadista reflexiona sobre los 4 años que lleva en la CORENADR y que para él “han significado salvar el medio ambiente” ya sea reforestando o combatiendo incendios.

Reconoce que le gusta más apagar el fuego porque con esta acción salva muchas vidas y aunque no son humanas si son de seres vivos. Reforestar también le agrada: “Cuando termino una jornada de reforestación lo hago con un buen sabor de boca porque con esta acción hay más árboles que nos produzcan oxígeno”.

José Uriel Cabañas
Dice que cuando está sembrando alguna planta su primer pensamiento “es que estoy dando nueva vida, que estoy generando más aire bueno”. Por ello, pide a los jóvenes preocuparse más por su entorno natural.

“A los jóvenes hay que inculcarles algo más de la naturaleza, que suban a caminar, a respirar el aire fresco, convocarlos a que sepan lo que uno hace a pesar de estar joven. La verdad me gusta mucho este trabajo. A los papás les diría que le inculquen a sus hijos el amor por la vegetación, que cuiden el medio ambiente”, manifiesta José.

José Uriel reconoce que cuando empezaron sus primeras reforestaciones aprendió a hacerlo viendo cómo lo hacían sus compañeros: “La verdad si se me hacía difícil cargar el azadón, hay zonas donde si te toca no poder meter tu azadón y con las manos hay que sacar piedras, es complicado. Ahora, puedo que decir que sembrar es fácil”.