Diez costumbres que te delatan como chilango

 

Desde la famosa torta de tamal, hasta las quesadillas con o sin queso


Chilango’ es uno de los adjetivos más usados para referirse a aquellos que son originarios de la Ciudad de México. Normalmente el término es empleado por aquellos que no viven en la capital o en la zona metropolitana del Valle de México y que rápidamente pueden identificar a un habitante de la ciudad por una serie de costumbres, hábitos, frases y dichos muy particulares.

Los acentos

Como por arte de magia, pareciera que los que no viven en la capital del país pueden identificar rápidamente a un chilango por su acento cantadito. Aunque nosotros no lo notemos, sí es cierto que tenemos un acento al momento de hablar, y dependiendo de la parte del país donde te encuentres, notarás que hay otro tipo de acentos, como en el norte o en el sur, especialmente en Yucatán.

El tiempo

La vida fuera de la Ciudad de México y sus alrededores es completamente diferente al ajetreado y apresurado ritmo que se vive día a día, desde las primeras horas e incluso en la madrugada. Un chilango suele enloquecer por lo lento de los servicios y el tránsito cuando sale de la capital.

Todo es más barato

Pareciera que el dinero alcanza para todo. Usualmente la vida es más barata fuera de la Ciudad de México y cuando un chilango decide hacer el súper en provincia, se puede dar cuenta que compró más cosas con la misma cantidad de dinero que destina a una compra normal en la ciudad.

Variedad de tiendas

Quien nunca ha salido de la ciudad y algún día llega a viajar a provincia, seguramente quedará asombrado o hasta preocupado de la falta de variedad de tiendas extranjeras. algunos chilangos no pueden evitar presumir del extenso catálogo de tiendas de marca que se pueden llegar a encontrar.

Pésimos al volante

Un chilango sabe que debe ‘aventar la lámina’ si quiere sobrevivir al tráfico, especialmente si el día coincide en quincena, viernes y fin de mes. Y hay que admitirlo, somos temerarios cuando vamos al volante, ya sea en la ciudad o en provincia. Invadimos otros carriles sin poner la direcciones, nos pasamos el alto, abusas del uso del calzón de vez en cuando y la armas de emoción por cualquier cosa.

No saber cruzar la calle

Ni aquí ni en provincia, los chilangos muchas veces nos caracterizamos por no respetar los pasos peatonales. No importa si el semáforo ya cambió a verde, nunca faltará el arriesgado que intentará esquivar a los automóviles para cruzar la calle.

Un bolillo pal susto

No hay nada como un bolillo para el susto, y si está recién salido del horno, mucho mejor. Si haces esto en provincia de seguro todos te mirarán con una cara de profundo extrañamiento.

El albur para iniciar la conversación

Una conversación empieza con un saludo, pero es altamente probable que con un chilango la plática inicie con un albur, que no tiene el fin de molestar o agredir, es simplemente una manera de iniciar una buena conversación.

No ubicamos toda nuestra ciudad

Hay quien no sale de su colonia y cuando lo hace se siente que está de viaje. Al tratarse de una ciudad grande y convulsa, siempre habrá una parte de la que no sepas nada o nunca te hayas paseado por ahí.

Quesadillas, con queso

Existe un gran debate al respecto. En la Ciudad de México se acostumbra a pedir una quesadilla y no necesariamente tiene que llevar queso; en el resto del país, la quesadilla lleva queso. Nadie tiene la razón en este tema pero nunca falta la ocasión para iniciar el debate y la polémica de uno de los alimentos icónicos del país.

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