Por qué el gato negro no trae mala suerte

 

n Egipto, el gato negro se ganó el respeto 
y la admiración de todos, incluso entró al panteón 
de los dioses egipcios. Entonces, ¿en qué momento 
se les tachó de ser felinos de mal agüero?


POR JULIÁN VERÓN

“Si ves a un gato negro cruzar la calle, insúltalo varias veces y no lo mires directamente a los ojos. Los gatos negros son la representación del mal”, recuerdo que me decía mi abuela. Ella tenía realmente algo en contra de los gatos negros. Y digo “gatos negros” porque solamente era contra ellos, a los demás gatitos los quería e incluso los alimentaba. Pero, no sé, los negros realmente la sacaban de quicio, y apenas se tocaba este tema en la conversación, muchísimos mitos y advertencias salían de su boca con dentadura postiza.

Hoy, en el 2018, vivimos en una sociedad interconectada, y es de suma curiosidad que, aún con toda la información del mundo a sólo dos clics de distancia, sigamos repitiendo los dichos de antaño contra el pobre animal, pues son herencias que han pasado de generación en generación y, por pereza o por no querer tocar una creencia popular de décadas atrás, no hemos exorcizado. Así que, para defender a mis amigos los gatos negros, me di a la tarea de investigar si realmente existe una relación entre la mala suerte y los felinos negros.

Según datos del refugio de animales Moggery, los gatos negros tardan un 13 % más en ser adoptados que los de otro color. “Me llaman con el fin de adoptar un gato, pero como condición me dicen que de cualquier color, menos negro”, dice Christine Bayka, fundadora del refugio. “Me sorprende que la gente quiera gatos de un color y de un tipo concreto, cuando lo importante tendría que ser el carácter del animal”, concluye.

Se dice que el gato negro apareció en Egipto en el año 4000 a.C. Quisieron convertirlo en cazador, pescador y ratonero, ya que para ese momento era la plaga más importante en las cosechas. Debido a esto, el gato se ganó el respeto y admiración de todos los egipcios, y se convirtió en un dios tutelar que protegía a la familia.

El gato negro se elevó entonces al rango de Totem (Myeo), y entró al panteón de los dioses egipcios. Llegó a ocupar una posición de tal importancia en la familia que, cuando moría, todos los miembros se rasuraban las cejas en señal de duelo. Esto significa que, históricamente, este felino ha estado más cerca de ser un dios que un recipiente de mala suerte.

Sin embargo, desde la Edad Media, en algunas culturas empezó a proliferar la superstición de que los gatos negros (asociados actualmente con las brujas y hechiceros gracias en gran parte al cine) traen mala suerte. Un estudio de la Universidad Estatal de Colorado (CSU, por sus siglas en inglés) dice que “los gatos negros podrían estar siendo víctimas de la mala fama que los ha rodeado”. Lori Kogan, psicóloga de la CSU, opinó que se tardan entre cuatro y seis días más en ser adoptados. “Es preocupante porque, como señalan varios estudios, los gatos que más tiempo pasan en los albergues de animales tienen más posibilidades de contraer una infección y morir”.

En la Edad Media, la Iglesia católica era una de las instituciones más poderosas que existían, y cualquier decisión que tomaba tenía una repercusión bastante fuerte en el mundo. A finales del siglo XII, en el sur de Francia, ocurrió la primera Inquisición, algo como tribunales que se dedicaban a combatir la brujería; muy al estilo American Horror Story.

Entonces, se empezó a considerar que el gato era un animal sospechoso que conspiraba contra las autoridades. Debido al carácter reservado, misterioso y sigiloso de este animal, se vinculaba a que “estaba tramando algo”. Basándose en esto, aparecieron decenas de leyendas en las que se hacía creer que los gatos negros en realidad eran brujas disfrazadas.

La Iglesia vinculó a este felino con la brujería por primera vez (documentada) en el siglo XIII, cuando el papa Gregorio IX dijo que “los gatos y el diablo están asociados”; y obviamente toda la población empezó a tenerle un miedo real a los gatos, por ello lentamente empezaron a torturarlos y a quemarlos. Además, el color negro siempre se ha vinculado a lo misterioso y oculto, así que no fue una buena asociación para los gatos negros en esa época.

En 1398 apareció una gran epidemia que duró tres años, y que ocasionó el deceso del 25 % de la población europea: la peste negra o peste bubónica. Más de 25 millones de personas murieron a causa de la peste, sobre todo donde había más ratas.

Actualmente, se sabe que esto fue culpa de una pulga que portaban estos roedores; y como todos sabemos: donde había ratas, había gatos. Entonces las historias de brujería y mala suerte hicieron creer a la población que el gato negro era culpable de la peste bubónica. Mataron a muchos de ellos y, por esto, había más ratas sueltas, lo que contribuyó a que la peste bubónica creciera con rapidez.

Para 1400, los gatos estuvieron a punto de extinguirse en Europa. Afortunadamente, durante el siglo XVII, volvió a retomar parte de su prestigio histórico.

Así que todas las acusaciones respecto al gato negro, no son más que creencias de hace siglos patrocinadas por la Iglesia católica (cómo no). Tenemos acceso a Internet, libros, historia; ya es hora de desmitificar esto de una vez por todas. Los gatos negros comenzaron siendo dioses, y nos ayudan a mantener nuestros hogares libres de ratas y varios insectos, además de que son una gran compañía y bastante estéticos.

Definitivamente, el gato negro no trae mala suerte. De hecho, ahora que sé que la Iglesia católica y un papa fueron los culpables de que se creyera que daban mala suerte, quiero un gatito negro en mi hogar, ya.