Este es el simbolismo del cocodrilo en Mesoamérica

simbolismo del cocodrilo en Mesoamérica
 

Investigación revela simbolismo del cocodrilo entre los pueblos mesoamericanos


Simbolismo del cocodrilo en Mesoamérica

 

Para los antiguos pueblos mesoamericanos, el cocodrilo formó parte de sus creencias, símbolos y rituales. Los nahuas lo llamaban acuetzpalin y lo vinculaban con la fertilidad, la lluvia, el rayo y el agua. Su cuerpo cubierto de protuberancias era una analogía de la superficie terrestre, mientras que su hocico representaba una cueva que asociaban con el umbral al inframundo.

“La importancia de este animal semiacuático fue de tal trascendencia para el pueblo tenochca que incluso fue dispuesto en los depósitos rituales del Recinto Sagrado del Templo Mayor, donde los sacerdotes tuvieron el cuidado de acomodarlos con una posición determinada, junto con felinos, serpientes y caparazones de tortuga, en clara referencia al nivel terrestre del cosmos mexica”, detalló la arqueóloga Erika Robles Cortés, integrante del Proyecto Templo Mayor.

En su investigación sobre las pieles de cocodrilo encontradas en las ofrendas del Templo Mayor, la experta del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalla que el recinto sagrado no es el único sitio donde se han identificado restos de lo que alguna vez fueron pieles de este tipo de reptiles, toda vez que se han registrado en diversos lugares, como el Valle de Oaxaca, donde el arqueólogo norteamericano, Kent Flannery, recuperó una mandíbula y propuso que probablemente fue usada como disfraz.

Otro objeto similar se localizó en el Altar de los Sacrificios, Guatemala. Se trata de un fragmento de una mandíbula perforada con una ranura que fue interpretada por Stanley Olsen como parte de un traje.

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Ofrendas excavadas en el Templo Mayor

 

Sobre las ofrendas excavadas en el Templo Mayor a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado, Erika Robles dijo que después de analizar los restos se lograron cuantificar 20 individuos y ocho dientes de reptil distribuidos en 11 depósitos rituales y un entierro. “Una ofrenda corresponde al gobierno de Moctezuma (1440- 1469), y las demás al de Axayácatl (1469 -1481)”.

Abundó que dos cocodrilos estaban completos y los 18 restantes fueron sometidos a complejos tratamientos para conservar su piel. Asimismo, de las 13 especies que habitan en la República Mexicana, sólo dos fueron encontradas en las ofrendas tenochcas.

“Hasta el momento se han identificado seis cocodrilos moreletii, también conocidos como de pantano, y cuatro acutus o de río; once eran adultos, seis subadultos y tres juveniles. El más pequeño media aproximadamente 70 cm y el más grande casi dos metros de longitud”.

La arqueóloga precisó que los cocodrilos, como la mayoría de los animales depositados en las ofrendas del recinto sagrado, no eran autóctonos, “probablemente llegaron a Tenochtitlan desde regiones del Pacífico y del Atlántico, posiblemente lo que hoy son los estados de Veracruz, Tabasco, Campeche, Chiapas, Oaxaca o Guerrero”.

Explicó que para su traslado a Tenochtitlan, los antiguos pobladores debieron recorrer largas distancias a pie a través de territorios accidentados desde las remotas zonas tropicales hasta el centro de México, por lo que es factible pensar que los más grandes fueron sacrificados en su lugar de origen y sólo trasladaron las pieles.

“Los de menor tamaño seguramente llegaron vivos a la capital azteca, donde fueron confinados al vivario de la ciudad, conocido comúnmente como el zoológico de Moctezuma, donde eran resguardados hasta que hacían uso de ellos”, apuntó.

Antes de depositar los restos de los cocodrilos en las ofrendas les realizaban modificaciones, por ejemplo, los dientes eran perforados para integrar un sartal.

La variedad de manufacturas encontradas en los depósitos rituales del Templo Mayor da luz para conocer más del uso, aprovechamiento e importancia ritual de estos animales en la época prehispánica. Cabe destacar el uso ceremonial de los cocodrilos que aún pervive en comunidades de Guerrero, donde es empleado como atavío en celebraciones vinculadas con la fertilidad de la tierra.