Las remesas no solucionarán la pobreza en México; gobierno debe generar empleos bien remunerados: UAM

Uno de los efectos más perniciosos del neoliberalismo ha sido el acrecentamiento de la desigualdad, la riqueza está concentrada en pocas manos y a la par ha propiciado una población creciente de pobres.
Yvonne Reyes Publicado el
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Las remesas que envían los migrantes mexicanos que se encuentran en Estados Unidos no van a solucionar la pobreza en el país, afirmó el doctor Roberto Zepeda Martínez, de la Universidad Nacional Autónoma Metropolitana (UAM).

Manifestó que la forma de acatar el flagelo de la pobreza es que el Gobierno Federal propicie la generación de empleos bien remunerados y con cobertura de seguridad social.

Preciso que en la actualidad viven en el país vecino del norte 60 millones de hispanos, de los cuales 40 millones son de origen mexicano y que Los Ángeles, California, es la segunda urbe más habitada por conciudadanos después de la Ciudad de México.

Dijo que eso explica en parte el aumento del flujo de envíos año con año hacia México.

Al participar en el Conversatorio Monitor del trabajo en México: empleo y salario, convocado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el el profesor del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México, subrayo que las familias de migrantes que trabajan en Estados Unidos dependen de las remesas que reciben desde hace varias décadas, pero el gobierno mexicano deberá propiciar la generación de empleos bien remunerados para abatir la marginación.

Indicó los recursos que reciben las familias de migrantes los destinan para comprar productos de consumo para el sustento y hay regiones expulsoras de migrantes, donde se han generado programas de apoyo para la comunidad nativa, con el propósito de dinamizar la economía para que la ayuda no se pierda en el gasto corriente.

Al abordar el tema Remesas, pobreza y distribución, el experto en asuntos económicos de América del Norte se refirió a la migración como un proceso clandestino derivado porque el modelo de México no genera los empleos que requiere la población.

Comentó que en los últimos diez años, de acuerdo con las mediciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que incluyen factores sociales y estructurales, 50 por ciento de la gente padece de algún grado de pobreza, porcentaje que venía a la baja en años anteriores, pero ahora se incrementó debido a la COVID-19.

A ello se suman los sueldos que se pagan en el país, de los más bajos de América Latina, como resultado de las políticas neoliberales para atraer a las empresas trasnacionales. Por eso, el aumento de los salarios mínimos aplicado por el gobierno resulta adecuado para mejorar la vida de los trabajadores y sus familias.

“Con el que se pagaba en 1970 un empleado podía comprar los productos de la canasta básica, pero ahora no alcanza para comprar un kilo de carne y los bienes que integran ese conjunto de alimentos están fuera del poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos”.

Manifestó que uno de los efectos más perniciosos del neoliberalismo ha sido el acrecentamiento de la desigualdad, la riqueza está concentrada en pocas manos y a la par ha propiciado una población creciente de pobres.

Para el académico ese sistema no es un modelo económico sino un proyecto político para recuperar el poder que el capital y las empresas habían perdido. Pero la interrogante es si se puede cambiar considerando que los expresidentes Bill Clinton, Tony Blair y Luiz Inácio Lula da Silva no lograron modificar sus preceptos.

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