Póker: ¿un juego de cartas o un deporte con beneficios para los jugadores?

 

El póker cuenta con una historia tan antigua que puede considerarse uno de esos juegos de ocio tan tradicionales en la cultura de cualquier país.


Esto incluye en México, cuyos ciudadanos se muestran progresivamente interesados en manejarse con este juego de cartas. El peso de esta tradición histórico es equivalente a ese mito que indica que el póker no es beneficioso para aquellos que lo practican. Estamos ante una equivocación, como veremos a continuación acerca de un juego de póker que crece, que cuenta con millones de seguidores y que ofrece un sinfín de ventajas y beneficios para aquellos que deciden sentarse en una mesa de póker.

Si retrocedemos hasta 2012, vemos que el póker fue reconocido por la Asociación Internacional de Deportes Mentales (y esto incluye a países como México) como un juego con un importante peso mental. Es decir, un nuevo argumento en favor de derribar ese mito que indica que el póker es un juego de azar. La suerte siempre conviene que acompañe a cualquier jugador, pero el porcentaje de incidencia del azar supone un protagonismo muy testimonial en comparación a otros juegos de cartas.

En el póker, los jugadores deben demostrar sus conocimientos adquiridos durante años de estudio; deben saber gestionarse las emociones y sentimientos (especialmente los nervios); gestionar una alta dosis de concentración en el juego; es conveniente trazar una estrategia adecuada y ser ágiles como para planificar una nueva estrategia durante la partida; y hasta es necesario saber de matemáticas. El póker es un juego de cartas no apto para todo el mundo, especialmente para aquellos que desean sentarse en una mesa y disfrutar del juego. Hay que saberse unas reglas, unas combinaciones.

Como ven, el póker ayuda al desarrollo personal y mental de aquellas personas que se interesan en este juego de naipes. Esto no entra en contradicción con aquellos que desean jugar, porque se van a divertir, pero siempre y cuando se muevan con competidores que estén en un mismo nivel. Esto es importante de admitir; de lo contrario, el póker resultará aburrido para estos nuevos jugadores.

Factores muy deportivos

Con esta base, con estos beneficios personales, surge una clara pregunta acerca del futuro del póker: ¿puede ser considerado como un deporte? Hay diferentes opiniones acerca de las respuestas a esta pregunta y, por el momento, aquellos mandamases que se encargan de otorgar el título de ‘deporte’ no lo consideran, aunque incluso se barajó hace años con esa posibilidad de considerar a este juego de cartas como un deporte y que incluso hasta que se convirtiera en olímpico. Esto es más un sueño, máxime si lo comparamos con el ajedrez, otro juego mental y que comparte con el póker aspectos clave como emociones y sentimientos, conocimientos aprendidos y puesta en común de habilidades mentales.

Nadie duda que el futuro del póker es magnífico. Cada vez hay más plataformas online que ofrecen la opción de participar en todo tipo de partidas, desde gratuitas hasta torneos donde se miden todas esas habilidades. México no es una excepción y es uno de los países del continente americano que mejor se está posicionando como sede del póker. De hecho, muchos empresarios, respaldados por las autoridades gubernamentales, están realizando importantes inversiones en el país con el objetivo de atraer a los amantes de este juego. La mezcla es perfecta: jugar a tu juego predilecto y conocer las bondades culturales e históricas de un país como México.

Esta edad dorada por la que atraviesa el póker sirve como impulso para que los profesionales de este juego, así como el resto de los seguidores, proclamen la necesidad de considerar al póker como un deporte. Aparte de todas esas habilidades indicadas anteriormente, el póker exhibe otros argumentos como para ser calificado como disciplina deportiva. Los profesionales del póker compiten unos contra otros en numerosos torneos (físicos y, cada vez más, de carácter online) que se organizan a lo largo de los cinco continentes. Es decir, hay unos profesionales que compiten como sucede en otros deportes; y se planifican estrategias, como sucede en el baloncesto o en el fútbol.

Relación con casinos

Aquellos que dudan acerca del carácter deportivo del póker centran su argumento en el aspecto físico y de la suerte.  Ambos elementos quedan rápidamente rebatidos en el sentido que los profesionales del póker deben cuidarse como si se tratasen de jugadores de cualquier deporte profesional. Es decir, deben mantener una dieta adecuada y pasar unas horas por el gimnasio. No todo es manejarse con las cartas.

Los verdaderos jugadores de póker pasan horas y horas sentados sobre una mesa y gastando unas altas dosis de energía. Si no están preparados, habrá un descenso físico y eso repercutirá en la toma de decisiones. Porque como indicamos anteriormente, la suerte tiene el mismo peso que pueda suceder en otro deporte. Es más, muchos deportistas profesionales se acercan al póker con el objetivo de soltar estrés y mantener la competitividad como hacen en sus respectivas disciplinas deportivas.

El principal escollo que debe solventar el póker para ser considerado deporte es su inevitable relación con las apuestas y los casinos, aunque conviene recordar que no siempre hay millones de dólares sobre una mesa. Hay partidas gratuitas y no todo se resumen en esos dos términos. Y, por otra parte, ¿qué diferencia económica existe con otros deportes donde incluso hay más cantidades de dinero en juego? Quizá sea un tema relacionado con publicitarse mejor.  Quizá, en este sentido, el póker se adentre en un nuevo escenario con la ayuda de las nuevas tecnologías. Haciendo un símil con los gamers, el póker también buscará en los próximos años sumergirse en determinadas plataformas que le darán una mayor visibilidad, y alejada del significado real de un casino.

¡Veremos qué sucede en el futuro! Lo que es evidente son las bondades del póker como juego, al reunir una serie de valores muy beneficiosos para aquellos que deciden moverse entre estas barajas de cartas, siempre y cuando lo hagan de manera responsable, aunque este consejo puede extrapolarse a cualquier otro ámbito de la vida.