En la UNAM trabajan en la detección temprana de cáncer

 

  Un grupo de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México trabaja en la detección temprana del cáncer, que cada año provoca la muerte de 9.6 millones de personas en el mundo. Se estima que es la segunda causa de fallecimientos en el orbe, y 65 por ciento de ellos ocurre en países de […]


 

Un grupo de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México trabaja en la detección temprana del cáncer, que cada año provoca la muerte de 9.6 millones de personas en el mundo. Se estima que es la segunda causa de fallecimientos en el orbe, y 65 por ciento de ellos ocurre en países de ingresos medios y bajos.

En el Laboratorio Nacional en Salud de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, dedicado al diagnóstico molecular y efecto ambiental en enfermedades crónico-degenerativas, los expertos universitarios, en colaboración con diversos hospitales públicos del sector salud, utilizan muestras sanguíneas de pacientes con cáncer, que analizan para identificar marcadores genéticos tempranos.


Felipe Vaca Paniagua, investigador de la FES y participante del Laboratorio, indicó que entre 10 y 15 por ciento de los casos se debe a causas genéticas, y ellos trabajan en sus etapas tempranas, incluso antes de que se exprese la enfermedad”.
De acuerdo con la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC), es posible evitar al menos un tercio de los cánceres, y se podrían salvar hasta 3.7 millones de vidas al año con estrategias de prevención, detección temprana y tratamientos adecuados.


En ocasión del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora este 4 de febrero, el investigador indicó que, además de la detección temprana, es importante ubicar lo más pronto posible los casos de recurrencia, idealmente en su fase asintomática, para generar un tratamiento adecuado y oportuno que lleve a la cura.
Dijo que se trabaja en el desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas a nivel genético y molecular, pues los principales problemas son la falta de detección a tiempo de los tumores; la falta de pruebas específicas, poco invasivas y de alta certeza; de biomarcadores certeros y de marcadores genéticos que pudieran ser predictivos del desarrollo y de la respuesta a tratamientos.
“Ubicamos qué pacientes tienen una alteración genética hereditaria y les hacemos una prueba de secuenciación genética, de un panel amplio de 143 genes, e interpretamos los resultados”, detalló.
De esos 143 genes, 11 son muy importantes en el riesgo de desarrollar cáncer; de los demás aún se desconoce a fondo cuál es su papel, pero son estudiados porque eventualmente se definirá su implicación en la enfermedad.
“Una vez hecho el análisis e identificada una alteración genética patogénica, es confirmada con diferentes tecnologías. El paciente tiene dos beneficios: evitar la recurrencia de la enfermedad y hacer una búsqueda dirigida de tumores adicionales”, preciso el investigador universitario.