Las ganas de votar desde el extranjero

 

El voto exterior parece fácil; sin embargo, la realidad se trata de un largo camino para mantener los derechos políticos


Los mexicanos que viven en el extranjero tienen que “echarle muchas ganas” para votar en las elecciones que se avecinan, pues pareciera que viven todo un viacrucis al intentarlo.

“Toda la maquinaria electoral mexicana está hecha a partir de un principio: la desconfianza”, afirma Leticia Calderón Chelius, investigadora del Instituto Mora y quien ha participado durante más de 20 años en los grupos de expertos sobre el voto de mexicanos en el exterior.

“Para votar en el extranjero se debe aguantar la cantidad de obstáculos que se tienen que vencer en términos administrativos, incluso superior a la que se le exige a cualquier ciudadano”, comentó.

“Ha sido una gran lucha, histórica, viva, intensa en los últimos 30 años, y muchas cosas han cambiado”, agrega.

Primero, cambió la idea de la migración como un fenómeno unilateral por uno más flexible y dinámico. Luego se modificó el imaginario nacional que consideraba que quien no vivía en México no tenía derechos políticos.

De acuerdo con la investigadora, “pelear por el derecho a votar más allá de la geografía es dar la batalla por tus derechos”.

“Deberíamos aplaudirles (a los votantes desde el extranjero) porque sobreviven a un trámite porque su convicción democrática está por encima de lo administrativo, algo que mucha gente aquí en México no estaría dispuesta a enfrentar para emitir su voto”, agrega Calderón Chelius.

Lucha histórica

Las primeras discusiones sobre el voto en el extranjero se dieron en la década de los 80, cuando diversos grupos de mexicanos en Estados Unidos empezaron a impulsar la idea de no perder su condición de ciudadanos, aunque vivieran fuera.

Había un supuesto en ese momento, sobre todo del PRI, que decía que quien se había ido del país era opositor al sistema y votaría contra ellos.

El camino ha sido largo y los primeros cambios se vieron en 1996, cuando se aprobó la instalación de casillas especiales. Luego de nueve años, en 2005, se logró la primera reforma que incluyó el voto de los mexicanos en el extranjero. Los cambios fundamentales que se aprobaron desde hace cuatro años y que se aplicarán en esta elección son: se puede emitir una credencial para votar en el extranjero, y es posible elegir no sólo al presidente de México, sino las senadurías y las gubernaturas de Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla y Yucatán.

Otro perfil de migrantes

En esta elección el voto exterior tiene un perfil diferente al que históricamente se ha visto. Hasta finales del siglo XX la mayor expulsión de personas ocurrió en la zona del Bajío; no obstante, en el nuevo siglo, el fenómeno se generalizó.

De acuerdo con el Anuario de migración y remesas 2016 elaborado por BBVABancomer y el Consejo Nacional de Población, México es el segundo país en el mundo con mayor expulsión de personas, luego de India.

El destino principal es Estados Unidos, donde viven más de 12 millones de mexicanos. Sin embargo, en 2015 más de 289 mil migraron a países como Canadá, España, Francia, el Reino Unido y Alemania.

Entre 1995 y 2015, la emigración internacional mexicana casi se duplicó, al pasar de 6.7 millones a 12.3 millones de personas que salieron del país.

El mayor flujo migratorio se registró entre 2005 y 2007, explica Calderón Chelius, por lo que se está cumpliendo una década de ese pico que modificó el perfil del migrante mexicano.

Se fueron del país jóvenes y trabajadores calificados. “Son mexicanos con mayor participación política”.

Lo que hay que dejar claro es que no es un voto masivo, pues el promedio internacional de personas que votan fuera de su país apenas es de 10 por ciento del total. Sin embargo, el siguiente paso será lograr la aplicación del voto electrónico, pues, aunque ya está aprobado en la ley, no se aplicó en esta elección por dificultades técnicas.