Piñatas. Tradición muy mexicana que nació en oriente

 

Son esenciales tanto en posadas como en fiestas


Piñatas. Tradición muy mexicana que nació en oriente

POR MAURO GARCÍA VELÁZQUEZ

Llega el día 16 de diciembre, fecha cuando dan inicio las posadas navideñas, y con ellas, el tiempo para romper las piñatas, recibir los aguinaldos con dulces y frutas, y disfrutar del delicioso ponche frutal.

Las piñatas y las posadas son parte de la cultura popular que reúne a familias para disfrutar de la época decembrina.

En una posada tradicional el primer paso es, justamente, “pedir posada”, con tu velita y el texto de lo que se debe cantar en la llamada letanía; antes, si así está organizado, se hizo la procesión con “los peregrinos”. Después de ser recibidos por los anfitriones vienen las piñatas, cuyo origen se remonta a tiempos muy remotos, pues nacieron en la antigua China, pero que en México se conocieron gracias a los frailes agustinos, quienes las utilizaron con la intención de evangelizar a los indígenas.

De acuerdo con información de la Dirección General de Culturas Populares (DGCP), hasta hace algunas décadas, la principal forma de la piñata era la de una estrella de siete picos, para la cual se tomaba como base una olla de barro especialmente fabricada para ello; se cubría con dos o tres capas de papel periódico pegado con engrudo -a manera de darle mayor resistencia- y luego se forraba con papel brillante.

Hoy se busca que todo se haga de cartón, como se hacen los picos de la estrella, de modo que los niños no se lastimen al momento de que se rompa.

También se hacían otras creaciones con papel de china, o bien de otro conocido como crepé, los cuales  se “enchinaban” para darles volumen y con ellos se hacían figuras con forma de zanahorias, flores, payasos y otras más.

Hoy las posibilidades son infinitas, y las piñatas ya no son exclusivas de las posadas, no pueden faltar en las fiestas infantiles; es más, en esta temporada una de las más vendidas es la que nos remite al próximo presidente de EU, Donald Trump, pues permite a los poseedores ‘acabar’ con el magnate.

La forma clásica de la piñata; es decir, la estrella de siete picos, simboliza en la iconografía católica el mal, en tanto que los picos representan cada uno de los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza, de ahí que los evangelizadores la utilizaran como una manera de hacerles ver a los nativos que acabando con ellos serían unos buenos católicos.

Tales enseñanzas en la actualidad pasan a segundo término, lo cierto es que la tradición de romper la piñata todavía tiene mucha vida, la que año con año le dan los habitantes en la mayoría de los barrios y poblaciones de nuestro México, en los que los vecinos se ponen de acuerdo para celebrar las nueve posadas, como un recordatorio del peregrinaje que, según la Iglesia Católica, hicieron María y José de Jerusalén hasta llegar a Belén, donde nacería Jesús para darle un giro al devenir de la humanidad.