De Zidane a Mbappé, los futbolistas que han vencido al racismo (sin querer)

 

Los goles ayudan poco a poco a derrotar los prejuicios y la xenofobia


Cada cuatro años, el mundo enteró se transforma en un balón. Las selecciones que logran clasificarse al Mundial de Futbol provocan tal euforia en sus países, que pareciera que las actividades se paralizan durante los 90 minutos que dura cada partido en el que buscan llevarse la victoria.

Un evento de relevancia mundial es también una pantalla en el que pequeñas acciones toman importancia insospechada y efectos que trascienden. Un grito, una porra, una forma de celebrar… Muchas de las cosas que hoy son cotidianas en el universo del futbol, tuvieron su origen en un mundial.

Pero también hay aspectos que, sin planearlo, dejan huella y ayudan a generar un cambio positivo dentro de la sociedad, tales como el valorar a las personas por sus capacidades y no por su origen ni color de piel.

Cuando algún xenófobo francés se muestra indignado por la diversidad racial y cultural en la selección de su país, que tiene más futbolistas de origen africano que europeo, los aficionados suelen responder: “¿Y qué?”.

Acto seguido, lo más normal es que esos seguidores emitan un grito de aliento: “Allez les Bleus!”, mientras hablan de Kylian Mbappé, el joven de 19 años que se perfila para ser el nuevo máximo exponente del futbol francés.

El joven se ha transformado en un ídolo del que los franceses se sienten orgullosos, dejando de lado su color de piel y sus raíces camerunesas y argelinas.

Él no es el único que ha propiciado un cambio de mentalidad en Francia; la selección cuenta con 14 jugadores de origen africano, los cuales han demostrado tener el talento suficiente para regresarle a los bleus el protagonismo que obtuvieron en 1998, cuando fueron sede del mundial y se coronaron como los mejores del planeta.

En ese mundial, la selección compartía características similares; tenía en sus filas a jugadores que tenían raíces de muchas partes del mundo, incluyendo la máxima figura del futbol de ese país: Zinedine Zidane, de origen argelino.

Cuando Zizou levantó la Copa del Mundo, los franceses celebraron y se asumieron como los mejores de la época. Las dudas respecto a los orígenes de sus jugadores y la discriminación que llegaron a sufrir, desapareció de una gran mayoría, y permaneció solo en aquellos que hoy celebran los goles de Mbappé.

Este 2018 no es sólo Francia la que cuenta con una selección rica en diversidad racial y cultural; Bélgica, Inglaterra y Croacia tienen características similares en sus representativos.

Este fenómeno se da justo en una época en la que más de un político populista trata de frenar o incluso revertir los flujos de inmigración; a los hinchas de Inglaterra, Francia, Bélgica y Croacia no les importa normalmente quiénes fueron los ancestros de un jugador, sino cuál es el desempeño que mostrará en la cancha.

Sí, la selección francesa tiene raíces que se extienden más allá de sus fronteras y costas. Reflejan la historia de colonización y la inmigración que da forma al mundo actual. Pero casi todos sus jugadores nacieron y crecieron en Francia.

El martes 10 de julio, Les Bleus se enfrentaron en la semifinal a Bélgica, cuyo país se inspiró en el plantel multiétnico que llevó a Francia al título en 1998 y ha utilizado el futbol como una herramienta de integración y una escalera para emerger de la pobreza.

El delantero belga Romelu Lukaku es un ejemplo de dicha filosofía.

“Comienzo una frase en francés y la termino en holandés, y le intercalo algo de español, portugués o lingala, dependiendo del barrio en el que estemos”, escribió Lukaku en The Player’s Tribune. “Soy belga. Todos lo somos. Eso es lo que hace grande a este país, ¿correcto?”.

Inglaterra, por su parte, llegó a Rusia 2018 con un equipo que, a juicio del entrenador Gareth Southgate, “representa la Inglaterra moderna”: once de 23 de sus jugadores tienen ascendencia africana o caribeña, con lo que ésta es la selección inglesa más diversa en la historia.

Croacia no se queda atrás; varios de los jugadores que visten la camiseta de la selección, no nacieron en territorio croata. Sin embargo, ese no ha sido impedimento para que los aficionados celebren con euforia el los logros de su representativo nacional.

Comienza en la cancha y se refleja en las calles, en los bares y en las tribunas. Lo que un entrenador y una federación deciden por beneficio de su equipo, los aficionados los reciben como un beneficio a su país.

De esta forma, el futbol ayuda poco a poco a transformar una destructiva discriminación, en una benéfica diversidad racial.

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