En un campo hermoso y desafiante, comienza el US Open

 

PEBBLE BEACH, California, EE.UU. (AP) — Tiger Woods y Jordan Spieth comenzaron la última jornada preparatoria para el U.S. Open con una caminata por la playa. Ninguna otra sede posible de este torneo tiene un efecto tan relajante, especialmente por un tramo de siete hoyos a lo largo de la costa del Pacífico. Desde ahí, […]


PEBBLE BEACH, California, EE.UU. (AP) — Tiger Woods y Jordan Spieth comenzaron la última jornada preparatoria para el U.S. Open con una caminata por la playa.

Ninguna otra sede posible de este torneo tiene un efecto tan relajante, especialmente por un tramo de siete hoyos a lo largo de la costa del Pacífico. Desde ahí, pueden verse leones marinos posados sobre las rocas, debajo del green del hoyo 6. La gente camina por la playa, a corta distancia del fairway que lleva al 10.

“¿Qué hay aquí que no pueda gustarte?”, preguntó Dustin Johnson. “Este campo de golf es fantástico de principio a fin. Cuando tienes un clima agradable, es hermoso”.

Pero en el momento en que Woods Spieth, Justin Thomas y Kevin Kisner comenzaron su práctica de nueve hoyos, precisamente en el 10, la niebla descendió desde las colinas y cubrió muy pronto el campo. Había una visibilidad de no más de 250 metros (yardas).

Ello fue una señal clara para los golfistas: No están aquí de vacaciones.

Johnson figura entre los primeros que jugarán este jueves, cuando inicie la edición número 119 del U.S. Open en Pebble Beach, un campo que celebra su centenario.

El golfista de Carolina del Sur es uno de los favoritos, no sólo por su talento, sino por razones históricas, ya sea en febrero o en junio. Ha ganado dos veces el Pebble Beach Pro-Am, donde ha quedado dos veces en el segundo puesto. La última vez que el U.S. Open se disputó aquí, Johnson tenía una ventaja de tres golpes de cara a la última ronda.

Pero incurrió en un triple bogey, un doble bogey y un bogey, antes de llegar al hoyo 5. Firmó una desastrosa tarjeta de 82 golpes y quedó empatado en el octavo puesto.

“El campo estaba estupendo”, rememoró Johnson sobre las condiciones en 2010. “Creo que el campo vuelve a una condición que nos permitirá jugar así esta semana. Pero va a ser difícil. Tenemos que ser mucho muy precisos”.

La Asociación de Golf de Estados Unidos (USGA) ha afirmado que usó el torneo de 2010 como un molde para este U.S. Open, con algunas excepciones. Un árbol que parece estar a la mitad del fairway del 18 se ubica ahora a unos pasos del rough a la derecha. Ello da cuenta de lo mucho que se ha estrechado el fairway.

Hay maleza a los costados, como siempre. Los greens son pequeños y parecen incluso más chicos cuando no se tira desde el fairway.

Así de difícil debería lucir el U.S. Open.

“Comenzamos esta semana con un gran plan, y parte de ese plan consiste en hacer lo que siempre hemos hecho”, puntualizó John Bodenhamer, director administrativo de campeonatos de la USGA. “Continuaremos esforzándonos para proporcionar la prueba más dura”.

Y a las expectativas sobre este certamen se suma la emoción por lo ocurrido en los otros dos majors jugados este año.

Nada puede superar lo que Woods logró en el Masters, cuando emergió de un grupo de seis golfistas en los últimos nueve hoyos del Augusta Nacional para ceñirse su quinto saco verde y obtener su 15to trofeo en las grandes citas. El astro revivió así una carrera que apenas dos años atrás parecía acabada por las persistentes lesiones de espalda.

Brooks Koepka mostró su mayor progreso al imponer un récord del PGA Championship, con una ventaja de siete golpes tras 54 hoyos. Estuvo cerca de perderla, pero superó a Johnson por dos impactos.

Ahora, Koepka busca su tercer título consecutivo en el U.S. Open. Esa hazaña no se consigue desde hace más de un siglo.