Este mexicano fue figura en un Mundial; ahora es prófugo de la justicia

Su carrera comenzó a brillar luego de su destacada participación en el partido de México vs Corea del Sur, en el Mundial de Fracia 98... Hoy, la justicia mexicana lo busca por abuso sexual
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Francia 98, un Mundial en el que México llegaba con bajas expectativas, debido a que sus partidos de preparación se habían encargado de sembrar más dudas y preocupaciones, que ilusión y esperanzas de trascender.

Al frente del Tri se encontraba Manuel Lapuente, quien dirigía a una generación que años después se convirtieron en ídolos y referentes del futbol mexicano; Jorge Campos, Claudio Suárez, Duilio Davino, Ramón Ramírez, Alberto García Aspe, Pavel Pardo, Raul Rodrigo Lara, Braulio Luna, Jaime Ordiales, Cuauhtémoc Blanco y Luis Hernández, así era el once titular con el que Lapuente decidió enfrentar su primer compromiso mundialista, contra Corea del Sur.

En la banca había personajes como Luis García, Marcelino Bernal, Isaac Terrazas, Ricardo Peláez, y un joven que, con apenas cuatro años en el circuito profesional, se consolidaría como uno de los mejores futbolistas mexicanos en esa copa del mundo: Jesús “El Cabrito Arellano”.

El Mundial soñado

Era 13 de junio de 1998, en el estadio de Lyon, en Francia, cuando la selección mexicana demostraría que los partidos de preparación en los que decepcionaron a la afición, habían sido un espejismo. Su realidad era distinta y tenían la capacidad de competir en contra de los grandes.

El comienzo no fue sencillo; Seok Ju Ha, jugador de Corea de Sur, se encargó de anotar -de tiro libre- el gol que puso al frente a los suyos, desde el minuto 28 del primer tiempo. Pero para la parte complementaria, Lapuente decidió mandar al campo a su as bajo la manga, un joven de 25 años que se apropiaría de la banda izquierda para darle un nuevo brío a la delantera mexicana.

“El Cabrito”, de origen regiomontano, ayudó a que Ricardo Peláez marcara el gol del empate, al 51′, y después “El Matador” Hernández diera el triunfo a la escuadra nacional, con goles al 74′ y al 84′, no sin antes ser testigos del nacimiento de “La Cuauhtemiña”, una jugada que sorprendió al mundo, realizada por Cuauhtémoc Blanco.

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Aunque no anotó, México y la prensa internacional reconocieron que fue gracias al ímpetu de Arellano que México jugó un segundo tiempo casi perfecto.

Los siguientes partidos, Lapuente repitió la fórmula: sacar a Braulio Luna y darle entrada a “El Cabrito” desde el primer minuto del segundo tiempo. Y el resultado fue el mismo.

Primero, el 20 de junio contra Bélgica, México comenzó perdiendo 2-0, pero el juego ofensivo del regiomontano ayudó a que García Aspe y Cuauhtémoc Blanco empataran los cartones.

Después, el 25 de junio, día en el que México se jugaba su pase a octavos de final, Holanda inició el partido con autoridad, y ganaba 2-0 desde el minuto 18. Pero el segundo tiempo, ya con Arellano en el campo, tuvo una historia distinta, y con goles de Peláez (75′) y “El Matador, en los últimos segundos del tiempo de compensación, dio el empate al Tri.

La selección nacional aseguró su pase a la siguiente ronda, en la que fueron eliminados por Alemania, no sin ofrecer uno de sus mejores partidos, con la habitual gran participación de “El Cabrito”.

Siempre Rayado

Desde ese mundial, en el que se llevó el reconocimiento de la prensa y la afición como revelación y figura, comenzó el ascenso en la carrera de Jesús “El Cabrito” Arellano.

Siempre fiel al equipo que lo debutó, Arellano jugó 28 torneos en el Monterrey, sólo con una interrupción de dos años (de 1998 al 2000), cuando las rayas de su uniforme cambiaron de color y vistió la camiseta de las Chivas del Guadalajara.

Fueron 16 años de trayectoria que terminaron en mayo del 2011, cuando anunció su retiro de las canchas de juego profesionales, después de haber ganado 3 veces el torneo de liga, de haber jugado tres mundiales con la selección, y de haber sido parte del equipo que derrotó a Brasil en 1999 para ganar la Copa Confederaciones, en el Estadio Azteca.

Del brillo a las sombras

Desde el 2011 hasta el 2017, “El Cabrito” disfrutó los beneficios de ser un ídolo en Monterrey; nunca dejó el futbol del todo. Llegó a jugar en equipos no profesionales, en los que recibía el cariño y homenajes de la afición.

Hasta el 13 de enero del 2017, cuando una denuncia provocó que la imagen del ídolo comenzara a caer, hasta esfumarse y desaparecer del mapa.

Ese día, una de sus sobrinas lo acusó de abuso sexual, ante la Procuraduría de Justicia, por medio del área de Justicia Familiar; derivado de esa acusación, un juzgado en Monterrey lo citó para que se presentara el 24 de enero, pero “El Cabrito” nunca más volvió a aparecer.

Al día siguiente, las autoridades regiomontanas giraron una orden de localización y de aprehensión en contra del exfutbolista, la cual, hasta la fecha, no ha podido se cumplimentada.

Actualmente, Jesús “El Cabrito” Arellano, quien vio despegar su carrera gracias a su participación en el mundial de Francia 98, es un prófugo de la justicia, a quien las autoridades mexicanas buscan y esperan llevar a prisión.

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ODT

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