Don Ernesto Vidal tiene la corazonada de que su hijo aún vive

 

Por Plácido Meléndez Rodríguez. Corresponsal (Segunda y última parte) Monterrey, 6 Abr (Notimex).- Dentro de su peregrinar por saber donde pudiera estar su hijo, el señor Ernesto Vidal Negrete señaló que en un tiempo recibieron llamadas “de un lugar que se llama El Arenal, Baja California Sur, que, tengo entendido, pertenecía a un Cereso”, por […]


Por Plácido Meléndez Rodríguez. Corresponsal

(Segunda y última parte)

Monterrey, 6 Abr (Notimex).- Dentro de su peregrinar por saber donde pudiera estar su hijo, el señor Ernesto Vidal Negrete señaló que en un tiempo recibieron llamadas “de un lugar que se llama El Arenal, Baja California Sur, que, tengo entendido, pertenecía a un Cereso”, por lo que tiene la corazonada de que su hijo desaparecido aún vive.

“Yo hablé una vez, y una señorita me dijo ‘no hable para acá, porque puede ser muy peligroso para usted’ y dejé de hacerlo, yo tengo un sobre, anoté el número, el teléfono al que hacía las llamadas, era de un celular privado que nadie más que mi hijo lo tenía”, dijo.

Abundó: “Por eso tenemos la corazonada de que mi hijo vive y actualmente se encuentra, si no lo han cambiado de Cereso, ahí, purgando una pena ajena, porque él es un joven honorable, tenía 27 años, estaba terminando la carrera de criminólogo, la hizo en etapas, porque no teníamos lo suficiente”.

El adulto mayor, quien dejó su trabajo en un ingenio de Martínez de la Torre, Veracruz, para llegar a Monterrey en 1960 y dedicarse inicialmente a las ventas, recordó que su vástago, hasta antes de su desaparición, laboró en una agencia de aviación y como cajero en una pequeña empresa de su madrina de bautizo.

Al exponer “la vida de nosotros, de mi esposa y mía, sin nuestro hijo Efraín”, recordó que nació “en un pueblecito del estado de Morelos del cual no quiero ni acordarme, porque lo único que aprendí en ese pueblo, fue a tener hambre y que a la postre me resultó benéfico, porque en dos años aprendí a leer y a escribir”.

Hoy, manifestó, “nos mantiene vivos a mi esposa y a mí, la esperanza de que un día mi hijo regrese y vuelva a ser todo como antes, y restañarle sus heridas que haya tenido en el transcurso de todos esos años que ha estado alejado de forma involuntaria de nosotros, porque se lo llevaron”.

“Mi hijo era soltero, hasta el último día que estuvo ahí, él lo que quería era terminar su carrera y planear su vida futura, lógico, contraer matrimonio, tener hijos, la aspiración honesta y lógica de cualquier hombre que se diga hombre”, enfatizó con la lucidez y bonhomía que muchos de menor edad desearían.

Ernesto Efraín pretendía “consolidar su economía, hacerse de una casita y labrarse un porvenir, tener qué ofrecer, desgraciadamente no me dejó ni un nieto, lo cual para mí hubiera sido un enorme consuelo, tener un nieto, un hijo de mi hijo, porque con mi hijo, se acaba mi apellido”, prosiguió.

Vidal Negrete indicó que, a través de su asesor jurídico, Alejandro Luis Cantú, cualquier autoridad dispuesta a apoyar su causa puede conocer del expediente.

En su desesperación y al no haber respaldo en el Centro de Atención a Víctima de Delitos estatal, la triste odisea de búsqueda “como Dios me da a entender”, ha incluido la pertenencia a grupos de desaparecidos en los que, contrario al apoyo esperado y aunado a su pesadumbre, la indiferencia y despotismo ha sido la respuesta.

“En el último que estoy, nunca me han hecho el mínimo caso, me han tratado muy mal, en forma indiferente y, no digo el nombre, por respeto al resto de esa comunidad, porque son cuatro personas que se han negado a brindarme la más mínima ayuda”, lamentó.

A pesar de su desencanto en ese sentido, en el sentir de Don Ernesto no se ve resabio, por el contrario, agradece “desde el fondo de mi corazón” a personas como “el señor César Valdez, la señora Cristina Sada Salinas y varias personas más que me han tendido su mano de una manera humana y sensible, con mucho respeto hacia mi humilde persona”.

Al final prevalece la esperanza de que alguna autoridad “haga todo lo que esté a su alcance para localizar a mi hijo, Ernesto Efraín Vidal Flores”, puntualizó don Ernesto, quien en estos años ha sobrevivido a un accidente cerebrovascular, que le ha dejado pequeñas secuelas, como el hablar lento o el olvido de algunas cosas, pero sin derrotarlo y seguir en pie, para la añorada espera de su vástago desaparecido. 

-Fin de nota-

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