Donde hay injusticias, ¡Zapata Vive!

 

Por Gerardo Avendaño (Tercera y última parte) Cuautla, Mor., 10 Abr (Notimex).- El nombre de Emiliano Zapata es sinónimo de esperanza en diferentes latitudes, su imagen es el estandarte de movimientos sociales y luchas campesinas que tienen impregnada en la memoria el espíritu de lucha y la rebeldía de “El Caudillo del Sur”, por eso, […]


Por Gerardo Avendaño

(Tercera y última parte)

Cuautla, Mor., 10 Abr (Notimex).- El nombre de Emiliano Zapata es sinónimo de esperanza en diferentes latitudes, su imagen es el estandarte de movimientos sociales y luchas campesinas que tienen impregnada en la memoria el espíritu de lucha y la rebeldía de “El Caudillo del Sur”, por eso, en México, la frase ¡Zapata Vive! continúa imperante.

“La figura de Emiliano Zapata une a todos los de Morelos, a todos los mexicanos, a todos los migrantes, a todos los latinos, es una figura icónica”, declaró Manuel Manríquez Zapata, nieto del líder revolucionario.

Hoy en día, diferentes grupos sociales se identifican con la causa zapatista; en México y en el extranjero, las personas exigen que los derechos humanos sean para todos y que la justicia se aplique sin distinción.

“La gente está viviendo una situación muy difícil y todos quisiéramos tener una vida mejor; hay personas que no tienen ni un plato en la mesa; da tristeza ver eso en un país como el nuestro, que tiene todo”, comentó Julieta Manríquez Zapata, nieta del caudillo.

La señora Julieta señaló que, entre los campesinos mexicanos, aún al escuchar el nombre de Emiliano Zapata, tienen la esperanza de que haya paz en la sociedad. Afirmó que su historia se convirtió en una leyenda que sigue inspirando sueños de libertad.

“Murió el hombre, la carne y hueso, pero surgió la leyenda, el héroe, representa la esperanza de todo un pueblo, para todos está vivo y mucha gente lo siente, él está vivo en el corazón de toda la gente”, expresó.

En Morelos, su tierra, vieron a Emiliano Zapata cabalgar tras de sus quimeras, como un sueño empapado en revolución, ideales que no terminaron con la persona, sino que después de su muerte se unieron pioneros de guerra que continuaron su lucha y, a 100 años de ella, siguen compartiendo sus postulados.

Julieta Manríquez platicó que, de acuerdo con los relatos, se decía que Zapata estaba destinado a ser un liberador; comentaban que el lunar en su pecho con forma de puño cerrado, era un símbolo de esa fortuna. Su vida estuvo llena de misticismo y religiosidad, que alimentaron la exposición de su leyenda.

“Hay personas que nos han platicado que, en sus casas, lo tienen como en un altar y le piden cuando tienen algún problema, que los cuide, que los proteja, que los ayude.

“Hay una leyenda que dice que en Tlaltizapán, en su cuartel, oyó que venían los huertistas, va por los documentos importantes para él y va a la iglesia, porque él tenía mucha fe en Papá Chucho, así le decía a Jesucristo.

“Entonces, quiere llevarse al Cristo de la iglesia, pero el Cristo se pone muy pesado y, entonces, lo amarra con el caballo y no puede; entran unos huertistas y lo tienen acorralado, pero de repente ellos se asustan, porque atrás del caballo del general, de pronto apareció una figura con un manto blanco, lo vieron y salieron despavoridos”, contó Julieta.

Declaró que las personas lo recuerdan con afecto, incluso, a sus descendientes los saludan con respeto por portar la sangre del general. Apuntó que es una responsabilidad llevar su apellido, por ello se han propuesto honrar su memoria dignamente.

Y, al igual que su abuelo, Julieta Manríquez Zapata pidió que se atiendan las problemáticas del campo mexicano y de quienes lo hacen producir.

“Que le echen un ojito al campo, porque siempre ha estado olvidado, Morelos es un estado agrícola, y se requiere que lo apoyen para que los campesinos sigan, que son los que nos dan de comer; necesitamos que no se sigan vendiendo las tierras, una de las luchas del general fue esa, que la tierra es de quien la trabaja con sus propias manos”, aseveró.

En la Plaza de la Revolución del Sur, en el centro de Cuautla, en una imponente estatua de Emiliano Zapata, sus restos descansan, lejos de los monumentos institucionales y de los recintos oficialistas que él desdeñó en vida, y más cercano al paso de los pobladores de ese municipio que evocan las hazañas del revolucionario.

En Morelos y en México, los ejidos continúan respirando de los triunfos de Zapata, el sector campesino tomó su imagen como bandera y, en las calles de Cuautla, pareciera que su voz sigue resonando en las anécdotas de padres y abuelos.

Manuel Manríquez Zapata manifestó que la figura del general del Ejército Libertador del Sur estuvo siempre abrazada a la muerte, que lo alcanzó por fin un 10 de abril de 1919, en la Exhacienda de Chinameca, en Villa de Ayala.

También, reiteró la persecución que sufrió la familia del revolucionario, aún después de su muerte, sin embargo, enarboló la lucha de Zapata por proteger siempre a quienes no tenían nada, a los campesinos y a los indígenas, sobre todo, en un contexto de embates sangrientos, saqueos y destrucción.

“La juventud no tiene ni idea de lo que se pasó, ni la más remota idea de cómo quedó el estado de Morelos después de ocho años de luchas, en diferentes épocas, con diferentes comandantes militares, con diferentes presidentes de la República que siempre trataron de aplastar a Emiliano Zapata y a su movimiento, pero no pudieron”, dijo.

Resaltó la conciencia histórica que tuvo el revolucionario en su época, que lo llevó a denunciar los abusos de los hacendados y a luchar para restituir las tierras a sus dueños originales.

“El concepto de tierra, de estudio, de conocer la tierra, de amar a la tierra, no es lo mismo de un sureño que de un norteño, entonces, Emiliano Zapata se comprometió, él sabía de las injusticias, del robo de tierras, pero qué podía hacer, hasta que lo nombran representante, cuando lo nombran calpuleque y estudia los códices, los mapas, los títulos virreinales, se da cuenta.

“Mientras Pancho Villa les decía a sus soldados que les iba a entregar tierras al término de la revolución, Zapata les decía: les vamos a restituir las tierras que les robaron, el concepto es diferente”, puntualizó.

Para la entrevista, Julieta Manríquez, nieta del general, viste una playera con el rostro de su abuelo, mientras su nieto y bisnieto evocan en sus rostros los rasgos del caudillo, y se puede imaginar las expresiones de Zapata debido a su gran parecido.

Edgar Castro Zapata, de 38 años, historiador y bisnieto de Emiliano Zapata, comentó que para él no basta un año dedicado al caudillo, afirmó que con convicción, dedicará el resto de su vida para dignificar la historia de su ancestro, que también es un hito de la historia nacional.

“(Zapata) ha estado presente es en la rebeldía, en la resistencia, en los ejidatarios que, gracias a la Revolución, tienen su ejido; vemos a niños y jóvenes teniendo una preparación”, indicó.

En el país existen al menos seis municipios con el nombre de Emiliano Zapata, en la Ciudad de México, el Sistema de Transporte Metro cuenta con una estación que lleva su apellido, miles de escuelas de diferentes niveles fueron nombradas en su honor; calles, colonias, plazas y centenares de estatuas, bustos y placas recuerdan su nombre

Sin embargo, Castro Zapata aseguró que hablar del general, a 100 años de su muerte, es hablar de justicia social y de un ícono puramente del pueblo.

Recordó que en 1979, cuando se cumplió el primer centenario de su nacimiento, el entonces presidente José López Portillo quería exhumar los restos del general y trasladarlos al Monumento a la Revolución, en la capital, “y gracias a los veteranos que aún vivían y a los hijos del general Zapata se opusieron; lo que argumentaba el gobierno era homenajear a Zapata, pero se negaron los zapatistas a estar con el enemigo, porque estaba ahí Carranza”.

Cien años sin Emiliano Zapata pareciera algo cercano al abandono, no obstante, cada día en las aulas y en las calles las personas siguen contando su historia; los jóvenes se apropian de su imagen en playeras, gorras, mantas; su grito resuena fuerte en las marchas campesinas y de otros sectores; quizá el panorama sea alejado a lo que él vivió pero, en cada una de esas acciones, se pretende dar sentido a sus ideales, que ni el olvido pudo borrar.

“Zapata es un símbolo universal, porque converge una lucha de justicia, igualdad, de dignidad, y creo que a 100 años sin su presencia, la gente lo ha retomado; el gobierno lo quiere nada más para la foto, pero el pueblo sí ha defendido su bandera, gracias al pueblo sigue vivo”, externó.

-Fin de nota-

NTX/GAV/AEG/ZAPATA