Eufrosina Cruz logró reforma en beneficio de mujeres que cruzó fronteras

 

Por Lucía Tadeo Sánchez Oaxaca, 24 Mar (Notimex).- El rumbo de México no sería como lo conocemos hoy en día, sin la oportuna irrupción de las mujeres en diversos sectores, pero en la política destacan las acciones de Eufrosina Cruz Mendoza, quien logró una reforma para la participación de las féminas en este ámbito, la […]


Por Lucía Tadeo Sánchez

Oaxaca, 24 Mar (Notimex).- El rumbo de México no sería como lo conocemos hoy en día, sin la oportuna irrupción de las mujeres en diversos sectores, pero en la política destacan las acciones de Eufrosina Cruz Mendoza, quien logró una reforma para la participación de las féminas en este ámbito, la cual cruzó fronteras.

La iniciativa, la cual no sólo fue aceptada a nivel estatal, sino también nacional e internacional, ha visibilizado a este sector de la sociedad que, en ocasiones, ha sido ignorado porque aún existe la resistencia de la participación de las mujeres en las decisiones del país.

El nombre de esta valiente mujer llegó hasta el Viejo Continente, con el reportaje publicado el 10 de febrero de 2008, en el diario español “El País”, llamado “La rebelión se llama Eufrosina Cruz”, en el que se narra la lucha de la joven de 27 años y el inicio del Movimiento Quiegolani por la Equidad de Género, el cual buscaba la igualdad en la política entre hombres y mujeres.

En entrevista con Notimex, la primera mujer indígena que encabezó el Congreso del Estado de Oaxaca, comentó que hoy en día, gracias a la reforma que propuso, en Oaxaca ya hay más de 50 mujeres siendo presidentas bajo el Sistema Normativo Interno de Usos y Costumbres.

“En 2010, la vida me dio la oportunidad de ser diputada federal, ahí logré una reforma a la constitución de mi país para que no sólo en mi entidad, sino a nivel nacional, las mujeres también pudiesen ejercer ese derecho de votar y ser votadas, y que nadie les diga por el hecho de ser mujeres no puedan participar”, subrayó.

Añadió que fue en 2014 cuando la ONU adoptó la iniciativa, no sólo para México sino a nivel mundial. Los países que están dentro del convenio 169 también, se obligan a construir acciones afirmativas para incorporar la participación de las mujeres en sus comunidades.

“Yo soy de un pueblo que se llama Santa María Quiegolani, que se ubica a siete horas de la capital de Oaxaca, aprendí a hablar el español a los 12 años, porque mi lengua materna es el zapoteco”, recordó Cruz Mendoza, quien actualmente es secretaria de Asuntos Indígenas de Oaxaca.

Anotó que sus padres no saben hablar, leer y escribir español; tuvieron 10 hijos, “a mi hermana la mayor, mi papá la casó a los 12 años, a los 13 ya era mamá, a los 31 tenía nueve chamacos, entonces yo huí de ese entorno muy joven, no para olvidar quien soy y de dónde soy, sino para que mi país me viera y supiera que también razono y pienso”.

Dijo sentirse muy orgullosa de su cultura, lengua y vestimenta, características que entendió mediante la educación, porque reconoció que cuando se es indígena, se es mujer, se es pobre, es difícil sobrevivir en estas grandes ciudades, “en donde te ven de pies a cabeza, porque hueles a montaña, tus facciones y tonalidad de voz es diferente”.

Describió que estas grandes ciudades a veces no entienden que México es eso, son 68 sonidos diferentes, facciones y tonalidades diferentes, colores, olores, y esa es la multiculturalidad y lo que realmente es este país. Ninguna nación del mundo tiene tantos sonidos como este, pero desgraciadamente ha sido un tema de exclusión.

La encargada de los asuntos indígenas en Oaxaca, expresó que por este motivo trabaja en un proyecto, que consiste en “abrazar” a jóvenes del estado a fin de que desarrollen programas para conservar las lenguas maternas; esto, a través de becas para jóvenes talento, “porque a mí me hubiera gustado que alguien me hubiese apoyado con lo mínimo”, resaltó.

Como pueblos indígenas, continuó, “por una cosa te reconocen, pero no hay desarrollo, se cree que somos vulnerables, yo he dicho que no, lo que necesitamos son acciones de gobierno en la comunidad con nuestra visión”.

La política zapoteca explicó que los indígenas no pretenden que les regalen nada, sino que haya esta correspondencia o corresponsabilidad, pero este aspecto lo aprendió con la educación, ya que es contadora pública, así como tuvo que rebasar las circunstancias de la vida.

Narró que para poder estudiar una carrera universitaria, tuvo que trabajar las mañanas como instructora comunitaria, mientras que por las tardes acudía a sus clases. Cuando terminó su licenciatura regresaba a su “tierra”, como le llama a su comunidad de origen.

Relató que después de sus estudios, “quise ser presidenta municipal en mi pueblo, pero no me dejaron por ser mujer, y de ahí se deriva toda una historia en la que luché y fui la primer mujer diputada local de mi estado; entonces se logró una reforma a la constitución de mi estado para que nunca más nadie le diga a una mujer que, por este hecho, no puede ser líder de sus comunidades”.

Dado que para ella es muy importante promover prácticas de igualdad y género entre la sociedad, manifestó que también imparte conferencias en las universidades, empresas, con las mujeres rurales, indígenas empresarias, aunque reconoció que dejó esto un poco de lado.

“Entendí que el reto que todavía sigue pendiente en la política pública de mi estado, precisamente es la reivindicación de la política hacia los pueblos indígenas”, expresó la funcionaria estatal.

Respecto a sus inicios en la política, la ex diputada federal, precisó que todo empezó derivado de que no la dejaron ser presidenta municipal por el hecho de ser mujer, porque en el catálogo del municipio del que es originaria, “no venía la palabra mujer y porque ningún abogado en el estado quiso llevar mi caso”.

“Porque hace 10 años en la Constitución no hablaba del derecho consuetudinario, en una ley no escrita, y por eso decidí ingresar a la política, porque entendí también que las respuestas que me habían negado estabas allá adentro”, subrayó.

Lo menos importante quizá en estas comunidades, manifestó, es el votar y ser votadas, sino que sean visibles, porque si no se es visible en un entorno de familia, de comunidad, entonces para el resto de la sociedad y el mundo no existes, y es lo que pasaba en las comunidades de Oaxaca.

Sobre los cambios que se han presentado en México, a raíz precisamente de este tipo de iniciativas, aseguró que “son retos, creo que va avanzando a través de las acciones afirmativas, como la participación de las mujeres con los partidos políticos”.

Sin embargo, anotó que en las comunidades todavía sigue siendo un reto, falta mucho, porque hay muchos paradigmas que se tienen que romper, ya que hay muchos esquemas impuestos.

“Es como cuando mi papá casó a mi hermana, nadie le enseño que también su hija tenía derechos; mi padre lo aprendió conmigo, porque me eduqué primero, porque entendí que uno más uno es igual a dos, derechos y obligaciones, entonces entendí que nadie iba a cambiar mi historia si no daba yo el primer paso”, reconoció.

En primer lugar tuvo que vencer sus propios miedos, “eso es lo que yo he hecho en mi vida, porque he sido rebelde y he arrebatado a la vida todas estas circunstancias, desde que me salí y dije, no me quiero casar, no quiero repetir la historia de mamá y mi hermana, y formar parte de la estadística de la pobreza y marginación de este país”, recalcó.

Añadió que al tomar esa decisión quiso escapar de la pobreza de la mente, porque aseguró que cuando una mente no se educa, tiene mucho miedo a romper sus propios esquemas y, entonces, cuando las personas entienden eso, el miedo camina contigo, pero también decides que ese miedo te debe fortalecer y dices, si no lo hago nadie va a cambiar esta historia.

Destacó que entonces se empezó a cuestionar, a decir, esto no es normal, esta no puede ser la costumbre de su pueblo, al que yo voy a defender, pero lo descubres porque vas descubriendo las letras, la legalidad, el concepto de igualdad y equidad, de oportunidad.

“Entonces te vas formando tus propios criterios, por eso yo siempre he dicho que la educación transforma y, por eso, decido querer ser presidenta de mi pueblo, sabiendo que en la historia nunca habían votado por una mujer, mucho menos que la mujer votara, pero no se dio porque no me dejaron”, insistió.

“Mi papá (quien ya falleció) aprendió conmigo hace apenas cinco años, incluso a darme un abrazo por ejemplo, porque nadie le enseñó que su hija es tan importante como su hijo hombre, pero el demostrar su cariño, para él era, creo, una debilidad, y aprendimos juntos a dar un abrazo, y que su hija no estaba tan loca”, destacó.

Ahora me incorporo al gobierno del estado, subrayó, porque entendió que si no da el paso para reivindicar y lanzar un espacio que debe ser un eje transversal para un estado que tiene el 70 por ciento de la población indígena, “también podemos tardar otros 10 o 20 años, y creo que yo no “tengo derecho de hacer eso y, por eso, decidí asumir el reto y las consecuencias de esto”.

Reconoció que ha sido señalada y cuestionada, incluso ha recibido comentarios como “ya se vendió”, porque fue diputada local y federal por el Partido Acción Nacional (PAN). Sin embargo, dejó en claro que aunque el gobernador es de otro partido, eso no significa nada, porque el tema de política hacia los pueblos indígenas no es de ningún partido, es de las acciones de gobierno en su conjunto y, por eso, decidió aceptar el reto.

La exdiputada oaxaqueña mencionó que no responsabiliza a los hombres y mujeres de su comunidad, sino a esa circunstancia que se llama pobreza y marginación, porque en estas comunidades nadie les enseña qué es un derecho o la igualdad.

 

 

NTX/LTS/AEG/MUJER17/DIV16