Su padre abusaba de ella y la ofrecía como pago de sus deudas

Cuando era niña, Ángela quería ser enfermera. Pero un día todos su sueños y anhelos se vinieron abajo.

Tenía 14 años la primera vez que su padre abusó sexualmente de ella; entró a su cuarto y la tomó sin el menor reparo.

Ella era también el pago que su padre ofrecía por sus deudas de juego y no importaba que estuviera escondida, que atorara la puerta, que gritara por ayuda, el abuso sexual era recurrente.

Ángela relata, en una entrevista difundida por el Diario Debate, que su madre siempre lo supo todo y en lugar de impedirlo, le dio remedios para que no quedara embarazada.

¿Cómo pudo ocurrir esto durante más de 10 años? Quizá fue muy fácil pues Ángela y su familia vivían en el campo, lejos de vecinos, su padre es ganadero y carbonero en Coahuila y, allá lejos de todos, no había a quien recurrir.

Los sueños de Ángela se fueron esfumando, sólo estudió la primaria y estuvo siempre sometida a la voluntad de su padre a quien, todos le tenían miedo y por eso, ninguno de sus cinco hermanos se atrevió a desafiarlo ante los evidente abusos que cometía, pues todos lo sabían.

Fue hasta que un fuerte dolor la obligó a salir de su ranchería que su caso salió a la luz. Ángela tenía un dolor en el bajo vientre que no se le quitó con analgésicos.

Fue canalizada con la trabajadora social por que presentaba signos de maltrato y ahí relató que era abusada y golpeada por su padre desde hace trece años.

Una pastora cristiana se acercó a ella y la llevó al Centro de Justicia y Empoderamiento de las Mujeres, donde actualmente estudia la secundaria.

La directora del Centro de Justicia y Empoderamiento de las Mujeres, Ludivina Gómez Zamarrón, señaló que se le dio a la joven de 27 años la asesoría jurídica necesaria así como protección.

Ángela sí va a estudiar enfermería y quiere ayudar a que otras mujeres no pasen por lo que ella pasó.

 

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AAG