Así operan las bandas que explotan sexualmente a venezolanas en México

Yorelis, una joven venezolana, no sabía el horror que le esperaba en la CDMX
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Yorelis, una joven venezolana, no sabía el horror, como ella misma lo llamó, que le esperaba cuando decidió aceptar la invitación de uno de sus paisanos para viajar a México y ganar dinero fácil.

Él ya estaba en México y le pagó el boleto de avión y le facilitó los trámites para ingresar al país. Sin embargo, al estar aquí la ofreció sexualmente en una página de internet. Le prometió entregarle la mitad de las ganancias, sin embargo, al final apenas le deja las propinas.

La historia de la joven fue narrada por Héctor Mauleón, en su columna En Tercera Persona, publicada en El Universal. En el texto, el periodista explica que “la crisis, la inseguridad, la falta de oportunidades. El infierno en que se convirtió Venezuela despertaron en Yorelis el deseo de salir, de ‘experimentar el mundo’”.

A Yoaris su paisano le pidió vestir de negro para ubicarla con facilidad cuando llegara a la Ciudad de México. El agente de Migración, según el relato, ya estaba enterado de su arribo y no tuvo problemas para ingresar.

“El agente en cuestión era un hombre ‘moreno, robusto y canoso, que usaba lentes’. Ella lo buscó con la mirada y el agente le hizo señas discretas”, contó Mauleón.

Ya en la capital su amigo le explicó los miles de pesos, que según él, tuvo que pagar para que entrar sin contratiempo alguno. Se lo cobraría mucho más caro.

La llevó al tercer piso de un departamento, ubicado en la avenida San Antonio 142, en la colonia San Pedro de Los Pinos, delegación Benito Juárez. Ahí también estaban otras cinco jóvenes venezolanas.

Era un espacio deprimente, contó Yoaris a Mauleón: Los colchones donde dormían estaban en el piso y las ventanas ni cortinas tenían, apenas eran cubiertas con bolsas de basura.

“Las mujeres tenían prohibido salir solas, e incluso conversar entre ellas. Yorelis no tardó en comprobar que saltarse las reglas acarreaba severos ‘maltratos físicos y psicológicos’”, escribió el columnista.

Y explicó: “Vino el ritual de la compra de lencería, la toma de fotos para la página zonadivas.com (en la que las venezolanas son anunciadas). Vinieron los servicios ‘sin preservativo, anales, cosas así’, prestados en hoteles de Patriotismo a cambio de 2 mil 200 pesos”.

Un 28 de noviembre, Yorelis no aguantó más. Junto con otra joven, la venezolana accedió a hacer “tríos” para ganar dinero y escapar. Así se atrevió, tomó fuerza y valor y huyó a otros país.

Ya lejos de aquí, Yorelis contactó a Héctor Mauleón a través de un amigo para hacerle saber su historia, quería que no se quedara en el anonimato, que su experiencia sirviera para rescatar a las otras jóvenes en aquel departamento… y que no se repitiera nunca más.

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