Dejar los tacos, uno de los sacrificios de Toño, el Jesús de Iztapalapa

 

Por Mariángel Calderón México, 14 Abr (Notimex).- El limón y la salsa picante escurriendo por un taco de pastor es uno de los gustos que con amor y compromiso dejó Juan Antonio Reyes, quien representará a Jesús de Nazareth, en la 176 representación de la Pasión y Muerte de Cristo en Iztapalapa, al oriente de […]


Por Mariángel Calderón

México, 14 Abr (Notimex).- El limón y la salsa picante escurriendo por un taco de pastor es uno de los gustos que con amor y compromiso dejó Juan Antonio Reyes, quien representará a Jesús de Nazareth, en la 176 representación de la Pasión y Muerte de Cristo en Iztapalapa, al oriente de la capital mexicana.

Toño, como es llamado con cariño, tiene 23 años y la sonrisa bien fresca, desde que fue elegido para representar el papel del Nazareno, ha recibido puras bendiciones, aunque lo único que extraña son los “taquitos”.

Hace más de un mes que no se come unos de pastor, sin embargo, es un sacrificio “bien chiquito en realidad”, comentó a Notimex con una sonrisa llena de parejos dientes.

Su piel tiene la lozanía de alguien de 20 años, aunque de sus ojos emana la fuerza de un hombre mayor, en sus pupilas hay muchos visos de inocencia, paz, y una convicción que podría parecer de hierro.

Detalló con orgullo que “es una emoción inmensa, no me lo quiero imaginar, lo quiero vivir, cada momento lo quiero disfrutar al máximo, y pues lo que me depare el destino”.

Con la voz llena de paz, recordó que desde hace un par de años acariciaba el sueño de recorrer su barrio, Iztapalapa, representando a Jesucristo.

Hace 50 días con emoción recibió la noticia de que había sido elegido, y comenzó los entrenamientos consistentes en al menos cuatro horas de ejercicios diversos, trabajo en el gimnasio, prácticas con la cruz o un tronco y acondicionamiento físico.

Todo ello sumado a la preparación mental para aprender al dedillo cada línea de las 50 hojas de parlamento.

Explicó que antes de asumir el reto de participar en el Viacrucis de este año, su familia y él acudían los viernes por unos deliciosos taquitos, aunque luego contó con apoyo de una nutrióloga y se acabó la fiesta.

50 días atrás pesaba unos 69 kilos, ahora la báscula le marca unos 73, todos en masa muscular, sonrió con satisfacción bañando su rostro.

A Toño, estudiante del séptimo semestre de la carrera de Geofísica, en el Instituto Politécnico Nacional, decir que sí representaría a Jesús le cambió la vida; ahora, además de sus estudios y trabajo en un salón de fiestas los fines de semana, debía sumar la extenuante preparación.

“Estaba acostumbrado a comer de todo y de pronto te ponen una dieta para subir un poco de volumen, con muchos carbohidratos y alimentos que aporten energía, así como horarios puntuales para hacer cinco comidas al día”, aunque desde que se supo portador de la tradición de recorrer las calles de Iztapalapa con una pesada cruz en Semana Santa, ha sentido pocas dudas.

Los primeros días sí que las sintió, cuando se cuestionaba si sería apto para representar al Nazareno ante la presión de todo el entrenamiento.

Pero con el tiempo, y tras entender que tener este papel tiene un gran peso, comprendió que se trataba de un proceso, y con el paso de los días comenzó a recibir señales que le confirmaban que su camino era el correcto.

Con devoción, establecía eternos diálogos internos con Jesús, le contaba de sus miedos y  buscaba estar en contacto con la cruz, pedirle permiso.

“Había momentos en los entrenamientos en los que el cuerpo ya no me daba para más, el calor es sofocante, luego llegaba un aire, sentía que era un aliento, una especie de tú puedes, sigue adelante”, señaló.

“Si es un poco desgastante, pero desde el primer momento que me eligieron, no siento que sea el Comité el que te elige, tuve 32 de 42 votos, yo sentí más que “Él” (Jesús) me había elegido a mí, ese día iba con disponibilidad y fé, yo presentía que me iba a quedar con el papel, esto se hace por fe, por esa espiritualidad, por esa paz que necesitamos como seres humanos”.

Con alegría juvenil, Toño, originario del barrio de San Pedro, en Iztapalapa, comenta que los esfuerzos han sido muchos, tan solo con la dieta sin carne que lleva para no afectar el PH de su piel y que de esta manera sea más fácil colocarle la barba.

En la representación utilizará unos seis ropajes diferentes, todos elaborados por el señor José Trinidad, quien además colabora con la caracterización del personaje.

Durante los cinco días que dura la procesión, José Antonio recorrerá unos 31 kilómetros, con dos kilómetros de cargar una cruz que pesa poco más de 90 kilos con un solo propósito, conservar una de las tradiciones que dan vida a Iztapalapa.

El año pasado, el papel de Jesús lo llevó Iván Pedro Estrella, que este año será Simón de Cirineo, un hombre que ayudó a Jesús a cargar la cruz durante una parte del trayecto, y en la vida real hace lo mismo, ayudar a Toño a encarnar el papel del Nazareno.

Tiene 25 años y con alegría recuerda su participación el año pasado, cuando colgado en la Cruz se reconoció con incredulidad la capacidad de haber llegado hasta ahí, “es una satisfacción grande”.

Luego de haber representado a Jesucristo, Iván es perseguido por los niños de su barrio, quieren hacer también el papel de Jesús cuando crezcan, eso le llena de orgullo e inspiración, “ahora sé que mi nombre está escrito en la historia de mi barrio, es una manera de inspirar a los niños de Iztapalapa”.

El secretario del Consejo Directivo del Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa, Jaime Cabello, detalló que 174 personas tendrán un parlamento en la puesta en escena de Iztapalapa.

A ello se suman otras 550 personas, entre romanos, voluntarios y nazarenos, para que el jueves y el viernes santo, que es cuando participa la totalidad del elenco, sean unas cinco mil 200 personas.

La representación comienza el Domingo de Ramos con diversos pasajes bíblicos, para continuar el lunes con la resurrección de Lázaro y la multiplicación de los panes.

El jueves se hará la representación de la última cena, el primer concilio, cuando Judas ofrece a Jesús, y en la noche de ese día la aparición, mientras que el viernes se representa el juicio y la crucifixión, y el sábado la representación de la resurrección.

Los apoyos logísticos y de seguridad durante esos días los proporcionará la alcaldía con un monto estimado de cuatro millones de pesos.

Sin embargo, el comité organizador ha destinado unos 90 mil pesos en escenarios, mientras que los vestuarios los paga cada uno de los participantes, cuyo costo oscila entre dos mil y cinco mil pesos por cada personaje principal.

Así, Iztapalapa y su gente se alistan para mantener viva una de sus tradiciones que le han dado fama, incluso fuera del país.

-Fin de Nota-

NTX/MCC/EVG