Así se vivió el Viernes Santo en Iztapalapa

 

Entre fariseos y romanos se decidió el futuro de Cristo: su crucifixión


El día del duelo, el día del luto.

El Viernes Santo es, para los católicos, un episodio fúnebre en la historia de la creación. También para los “iztapalapenses”, quienes acogieron a miles de personas en su Macroplaza para presenciar la 174 representación de la Pasión de Cristo.

Desde antes de mediodía, el escenario montado en la explanada delegacional acogió a los protagonistas de esta historia trágica, que da pie a una serie de tradiciones religiosas como el ayuno y la vigilia.

El joven Eder Omar Arreola fue fiel a su caracterización en Iztapalapa. Su rostro reflejó la misma convicción que lo llevó a representar a Jesús desde la expulsión de Erik Guzmán, a quien le fue descubierto su estado marital.

Atado de manos y golpeado por los romanos que custodiaban su paso, Jesús fue llevado al Jardín Cuitláhuac donde miles de espectadores lo esperaban. Ahí, desde el atrio monumental emergió el anticristo de Judea, Poncio Pilato, y el Rey Herodes, quienes se disputaron el futuro del hijo de Dios.

Así, entre fariseos y romanos se decidió el futuro de Cristo: su crucifixión.

La soprano Marcela Chacón acompañó el acto de sentencia de Jesús y la liberación de Barrabas, a quien el Nuevo Testamento lo tildó de bandolero. Bienaventurado, este personaje celebró su indulto mientras los asistentes ya comenzaban a “sufrir” los azotes al “Mesías”.

Después de la humillación, el Rey Herodes pidió que lo desnudaran y le colocaran la corona de espinas al nazareno, quien avizoró el martirio de cargar la cruz rumbo al Cerro de la Estrella. Sus pecados: traidor del César y autonombrarse el hijo de Dios.

Antes de las 14:00 horas se registró la primera caída. Ahí Jesús habló con su madre María, quien lo acompañó en todo momento en su calvario.

La segunda y tercera caída transformaron el rostro de Eder, pues ya comenzaba a sufrir los estragos de ser Jesucristo, al tiempo que el apóstol Judas decidía colgarse de un árbol en un acto de autoflagelación que le hizo justicia a su deslealtad, pues él fue quien entregó a Cristo ante los judíos.

Como se cita en el evangelio, Jesucristo arribó al monte que lo vio morir en punto de las 3:00 de la tarde. Ahí una turba de periodistas se arremolinaban y empujaban buscando la mejor toma, la mejor foto, la mejor perspectiva de una tortura que, aunque actuada, desahuciaba al representante de Jesucristo; su gesticulación mostraba la fortaleza de sus 27 años pero la inmadurez física que lo aquejaba.

Antes de la crucifixión, quien personificó a Judas tuvo que ser cargado por compañeros ya que el esfuerzo mermó su condición física.

Con decenas de cruces se inundó el Cerro de la Estrella, propiedad de quienes realizaron su manda en este Viernes Santo, ofreciendo un espectáculo único frente a tres cruces donde ya se postraban Jesús, Dimas y Gestas.

En la cúspide, frente a millones de espectadores presentes y virtuales, Jesucristo desfalleció ante el vuelo de una paloma blanca, símbolo del sacrificio en pos de la humanidad, según la tradición cristiana.

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