Argelino Bouteflika: Enigmático luchador por la libertad

 

PARÍS (AP) — Abdelaziz Bouteflika es conocido como un astuto líder político desde sus días como luchador por la independencia argelina de Francia en los años 50 y 60. Y sus concesiones para aplacar protestas masivas indican que no está dispuesto a dar un paso al costado. Si bien desistió de postularse para un quinto […]


PARÍS (AP) — Abdelaziz Bouteflika es conocido como un astuto líder político desde sus días como luchador por la independencia argelina de Francia en los años 50 y 60. Y sus concesiones para aplacar protestas masivas indican que no está dispuesto a dar un paso al costado.

Si bien desistió de postularse para un quinto mandato, al mismo tiempo postergó unas elecciones pautadas para el mes que viene, lo que hace que muchos piensen que planea perpetuarse indefinidamente en el poder.

Con sus 82 años y muy debilitado por un derrame que sufrió en el 2013, Bouteflika es un enigma. Regresó el domingo después de pasar dos semanas en un hospital de Ginebra, pero el estado de su salud no está claro.

El lunes por la noche se vió por televisión a un Bouteflika débil y lento, en contraste con la figura impetuosa del pasado.

Bouteflika negoció con el terrorista Carlos el Chacal la liberación de ministros del petróleo que habían sido tomados como rehenes durante un ataque a la sede de la OPEP en Viena en 195

Fue ministro de relaciones exteriores a los 25 años y se codeó con figuras como Henry Kissinger en plena Guerra Fría. Por entonces Argelia era un modelo de socialismo doctrinario aliado a la Unión Soviética, al punto de que la capital, Argel, fue bautizada “la Moscú del Mediterráneo”.

Bouteflika ayudó en la reconciliación de los argelinos tras una década de guerra civil entre militantes musulmanes radicales y las fuerzas de seguridad argelinas, que dejó unos 200.000 muertos en los años 90 y casi destroza el país.

En 20 años como presidente, no obstante, la edad y las enfermedades mermaron los dones de una figura que supo ser extremadamente carismática. Su imagen se vio empañada por escándalos de corrupción en torno a proyectos de infraestructura e hidrocarbonos.

La conducción de Argelia está rodeada de un manto de secreto y nadie sabe a ciencia cierta si Bouteflika es quien manda o si lo hacen los generales del ejército.

Todo esto ha dado lugar a protestas sin precedentes que estremecen a Argelia desde el mes pasado. Los manifestantes piden que Bouteflika desista de buscar un quinto mandato en los comicios del 18 de abril.

En una carta a la nación distribuida por la agencia noticiosa oficial APS el lunes, Bouteflika destacó la importancia de incluir a los jóvenes en al proceso de reformas y de colocar al país “en manos de las nuevas generaciones”.

Para muchos manifestantes, no obstante, la frase más notable fue la de que “no habrá un quinto mandato”.

Buteflika, no obstante, no fijó una fecha para una nueva elección y sus detractores dicen que podría estar despejando el camino para instalar a un sucesor que le responda. Otros afirman que el aplazamiento de las elecciones compromete la democracia argelina.

Oriundo de Oujuda, ciudad marroquí fronteriza con Argelia, Bouteflika es uno de los políticos argelinos de más trayectoria. En la sangrienta guerra de la independencia comandó el frente sur de Malí e ingresó clandestinamente a Francia en 1961 para ponerse en contacto con otros líderes encarcelados.

Posteriormente fue una figura emblemática de los revolucionarios del Tercer Mundo que desafiaron a Occidente y fue un prominente vocero del movimiento de naciones en desarrollo. Estuvo activo en las Naciones Unidas y presidió la Asamblea General de 1974.

Bouteflika, no obstante, apoyó la respuesta de Estados Unidos a los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, compartiendo información y con otras formas de cooperación militar.

Llegó a la presidencia después de un período tumultuoso, los años 90, en los que surgió un movimiento insurgente después de que el ejército suspendiese las elecciones libres en 1992. Tras asumir el poder en 1999, Bouteflika devolvió la estabilidad a una nación devastada por matanzas y la desconfianza.

Restauró el honor del ejército, sospechoso de haber colaborado en las matanzas y desapariciones de miles de personas. Y lanzó un programa de reconciliación en el 2005, persuadiendo a los rebeldes musulmanes a que depusieran las armas.

Bouteflika y las fuerzas armadas neutralizaron la insurgencia islámica en Argelia, pero vieron surgir un movimiento extremista en todo el Sahara y también a al-Qaida.

No pudo crear una economía capaz de dar trabajo a la creciente población joven a pesar de la riqueza petrolera y gasífera del país.

Cuando los alzamientos de la Primavera Árabe derrocaron a varios dictadores hacia el este, Bouteflika no acató los pedidos de cambio. Se mantuvo en el poder mediante una combinación de subida de salarios y de subsidios, una fuerza de seguridad vigilante y la falta de unida de la oposición.

Las preocupaciones en torno a la salud de Bouteflika empezaron durante su segundo mandato, en el 2005, cuando se internó en un hospital de París por una úlcera sangrante. Le siguieron varias hospitalizaciones y visitas médicas. En abril del 2013 sufrió un derrame.

Poco se sabe acerca de varios aspectos de la vida de Bouteflika, incluido si está casado o no y si se le permitió asumir la presidencia siendo soltero. Circularon versiones de que se casó en secreto en 1990 con la hija de un diplomático.

Se dice que Said Bouteflika, de 61 años, hermano del mandatario y uno de sus principales asesores, ejerce enorme influencia sobre el aparato presidencial. La oposición lo considera el centro de un grupo de empresarios llamados peyorativamente “oligarcas”, que se hicieron ricos durante la presidencia de Bouteflika.

La maquinaria política de Bouteflika cambió la constitución, que decía que un mandatario no podía gobernar más de dos períodos y fue reelegido en el 2009 y en el 2013, en medio de denuncias de fraude y ayudado por la ausencia de rivales de fuste.

Las recientes protestas tomaron por sorpresa a la conducción de Argelia y alentaron a la gente a criticar abiertamente al gobierno, sin preocuparse de represalias. Millones de personas salieron a las calles en todo el país para exigir a Bouteflika que no se vuelva a postular.

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El reportero de la Associated Press Aomar Ouali colaboró en este despacho desde Argelia.