Juicio ante el Senado. Rousseff recuerda la tortura que sufrió en cautiverio

"Continúo con la cabeza alta mirando a los ojos de mis jueces”, afirmó
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En su alegato de defensa ante el Senado, la presidenta brasileña Dilma Rousseff, apartada del poder desde el 12 mayo para ser sometida a juicio político, se emocionó hoy al evocar las torturas sufridas en su cautiverio por el régimen militar (1964-1985).

“Por dos veces vi de cerca la fase de la muerte. Cuando fui torturada por días seguidos, sometida a sevicias que nos hacían dudar de la humanidad y del propio sentido de la vida, y cuando una enfermedad grave y extremadamente dolorosa podría haber abreviado mi existencia”, dijo Rousseff en el Senado, conteniendo visiblemente las lágrimas.

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De esta forma, la presidenta suspendida de Brasil, que fue activista política y guerrillera de izquierdas, se refirió al periodo en el que fue torturada por el régimen militar en la década de 1970 por medio de palizas y descargas eléctricas que le dañaron el útero y la dentadura.

Asimismo, esta mujer de 68 años de orígenes búlgaros también se refirió al cáncer linfático que superó en 2009 y para el que necesitó quimioterapia.

“Hoy solo temo a la muerte de la democracia por la cual muchos de nosotros en este plenario luchamos”, agregó Rousseff, en una sesión en que estuvo acompañada por su antecesor y ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, ex ministros de su gobierno y artistas.

Primera presidenta en la Historia de Brasil, Rousseff también se refirió desde la tribuna a la “misoginia y preconcepto” que ha sufrido a lo largo de este juicio político, pero dijo que lo que más le preocupa es el daño que su destitución definitiva –que probablemente será votada el miércoles- pueda causar a la democracia brasileña.

“Este es el segundo juicio al que soy sometida en el que la democracia tiene asiento junto conmigo en el banco de los reos. La primera vez fui condenada por un tribunal de excepción”, dijo la mandataria.

Rousseff recordó que “de aquella época, además de las marcas dolorosas de la tortura, quedó un registro y una foto delante de mis jueces en el momento en que los miraba con la cabeza alta, mientras ellos escondían el rostro por miedo a ser reconocidos y juzgados por la historia”.

“Hoy cuatro décadas después no hay prisión ilegal, no hay tortura, mis juzgadores llegaron aquí por el voto, el mismo voto que me llevó a la presidencia. Tengo por ello el mayor respeto por todos. Pero continúo con la cabeza alta mirando a los ojos de mis jueces”, afirmó.

“A pesar de las diferencias, sufro de nuevo un sentimiento de injusticia y el recelo de que de nuevo la democracia sea condenada junto conmigo”, añadió la mandataria, que pronunció un discurso de 45 minutos.

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GG

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