Niña palestina agoniza lejos de sus padres, en Israel

 

JERUSALÉN (AP) — Cuando la niña palestina Aisha a-Lulu salió de la sala de operaciones tras una operación cerebral en un hospital de Jerusalén, pidió por su madre y por su padre. Llorando, los llamaba una y otra vez, pero ellos nunca aparecieron. Las autoridades israelíes habían dispuesto que una extraña acompañase a Aisha desde […]


JERUSALÉN (AP) — Cuando la niña palestina Aisha a-Lulu salió de la sala de operaciones tras una operación cerebral en un hospital de Jerusalén, pidió por su madre y por su padre. Llorando, los llamaba una y otra vez, pero ellos nunca aparecieron.

Las autoridades israelíes habían dispuesto que una extraña acompañase a Aisha desde la Franja de Gaza hasta el hospital de Jerusalén oriental. Su estado se deterioró y fue enviada de vuelta a Gaza, inconsciente. Una semana después falleció.

Una foto de Aisha sonriendo en la cama del hospital, con sus cabellos rizados cubiertos por vendas, causó conmoción en las redes sociales y puso sobre el tapete el complejo y estricto sistema que usan los israelíes para conceder permisos de salida de Gaza, territorio que bloquean.

Es un sistema que causa grandes dolores a los niños de Gaza enfermos y a sus padres.

“Lo peor es dejar a tu hijo en territorio desconocido”, dijo Waseem a-Lulu, el padre de Aisha. “Jerusalén queda a una hora, pero es como si fuese otro planeta”.

En lo que va del año, aproximadamente la mitad de las solicitudes de permisos para acompañar a un paciente fueron rechazadas o no tuvieron respuesta de los israelíes, según la Organización Mundial de la Salud. Eso hizo que unos 600 pacientes, incluidos aproximadamente una docena de menores de 18 años, tuviesen que internarse en Israel solos o sin un pariente cercano a su lado.

El sistema se remonta al 2007, en que Hamas tomó el control de Gaza tras derrotar en elecciones a la Autoridad Palestina, que tenía el apoyo de Occidente. Israel y Egipto respondieron estableciendo un bloqueo que restringe los ingresos y las salidas de Gaza.

El bloqueo, que según Israel es necesario para evitar la llegada de armas para Hamas, generó una crisis económica y humanitaria en Gaza. Por años, los 2 millones de residentes de Gaza han estado soportando pobreza y desempleo, no tienen agua potable y hay apagones frecuentes. En los hospitales públicos escasea todo. Israel atribuye todo esto a Hamas, al que considera una organización terrorista.

En lo que describe como un gesto humanitario hacia los civiles de Gaza, Israel permite que pacientes palestinos reciban tratamiento médico en hospitales israelíes y en Cisjordania si sortean una serie de requisitos burocráticos. Israel exige que todo paciente sea acompañado por alguien, generalmente un pariente cercano, a menos que quiera ir solo o que requiera de tratamiento inmediato, que no da tiempo a investigar al acompañante.

Los pacientes deben presentar primero un diagnóstico al Ministerio de Salud Palestino de la Margen Occidental, demostrando que en Gaza no se ofrece el tratamiento que necesitan. Luego un enlace palestino solicita permisos de salida a Israel, que analiza las solicitudes.

Según la OMS, el porcentaje de aprobaciones bajó mucho en los últimos años.

En el 2012, dijo, Israel aprobó el 93% de los pacientes y el 83% de los acompañantes. Pero en abril del 2019, autorizó a solo el 65% de los pacientes y al 52% de los acompañantes.

Funcionarios israelíes dicen que esas cifras no toman en cuenta el hecho de que cada vez hay más solicitudes debido al deterioro del sistema de salud de Gaza y que se están concediendo menos permisos, pero por más tiempo.

Indicaron que se emitieron 4.000 permisos para acompañantes en el primer trimestre del 2019, incluidos 1.398 para padres de niños enfermos.

Después de que se le diagnosticó un tumor cerebral, Aisha recibió un permiso inmediato para salir de Gaza y ser sometida a una operación en la esperanza de que le salvase la vida. Pero cuando sus padres pidieron permisos para acompañarla, las propias autoridades palestinas les dijeron que desistiesen de hacerlo porque era muy peligroso.

Con sus 37 años, Waseem está por debajo de la edad que los israelíes consideran aceptable para facilitar la salida de Gaza. Todos los hombres menores de 55 años requieren investigaciones adicionales, con esperas de meses, según Mor Efrat, director de Médicos por los Derechos Humanos de Gaza y Cisjordania. En cuanto a la madre, Muna, el hecho de que haya nacido en Egipto la dejó sin la tarjeta de identidad emitida por Israel necesaria para recibir el permiso.

“Les decimos a las familias que encuentren un acompañante que no dará a Israel razones para rechazarlo”, expresó Osama Najar, portavoz del Ministerio de Salud Palestino. “Queremos salvar al niño y, sí, a veces esto implica que vaya solo”.

Los padres de Aisha dicen que buscaron otras alternativas y solicitaron permisos para una tía y para una abuela de 75 años, pero ambas fueron rechazadas.

Ensayaron con otros conocidos, hasta que finalmente se autorizó a Halima al-Ades, con quien no tenían una relación estrecha y a quien Aisha ni siquiera conocía.

Muna dice que no tuvo otro remedio y que el recuerdo de su hija de cinco años llorando cuando hablaban por teléfono es un recuerdo que la atormenta constantemente.

“Fue el peor momento de mi vida”, afirmó. “Me estaban desgarrando el corazón cada día y cada hora”.

Shin Bet, el organismo de seguridad israelí a cargo de los permisos, se negó a comentar el caso. Solo emitió un comunicado en el que dijo que debe velar por la seguridad porque “organizaciones terroristas de la Franja de Gaza, encabezadas por Hamas, trabajan incesantemente para explotar cínicamente la asistencia humanitaria y médica que ofrece Israel”.

Esto implica que los palestinos son rechazados a menudo sin explicaciones.

“Estoy seguro de que la mayoría de estos rechazos son arbitrarios”, dijo Efrat, de Médicos por los Derechos Humanos.

El médico de Aisha en Jerusalén, Ahmad Khandaqji, dijo que ha tratado a numerosos pacientes de Gaza que no estaban acompañados, pero que el caso de Aisha lo golpeó especialmente. “Se sentía abandonada, traicionada”, explicó. “Vimos cómo eso afectó directamente su recuperación”.

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Akram informó desde Ciudad de Gaza.