Cuatro rectores de la UNAM que renunciaron al cargo

 

Francisco Barnés de Castro fue el último por...


Dirigir la Máxima Casa de Estudios no es una tarea sencilla; las personas que logran obtener el puesto de Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tienen la responsabilidad de mantener el prestigio de dicha institución y realizar acciones enfocadas a la constante mejoría y desarrollo de la comunidad universitaria.

Mejorar los planes de estudio, actualizarlos para que sigan siendo vigentes y los egresados contribuyan al desarrollo del país, generar investigaciones científicas y sociales que ayuden a entender mejor nuestro entorno y esforzarse en ser siempre un referente de la excelencia educativa del país y del mundo, son sólo algunas de las tareas que tiene el rector de la UNAM.

Sin embargo, alrededor de la Universidad también existen conflictos estudiantiles, sociales y políticos que, sin el manejo adecuado, las soluciones se complican más y estos casos pueden provocar que la presión llegue a tanto que obligue al rector en turno a presentar su renuncia y abandonar el puesto.

A continuación te presentamos cuatro casos en los que un conflicto que no se resolvió de la forma adecuada terminó con la renuncia del rector de la UNAM.

Ignacio Chávez Sánchez – 1966

César Sepúlveda se perfilaba para una reelección al frente de la Facultad de Derecho, una situación que no gustaba a un grupo de estudiantes y utilizaron formas poco ortodoxas para expresar su rechazo.

Uno de los grupos inconformes estaba encabezado por cinco alumnos expulsados de la Facultad, los cuales secuestraron y amenazaron al rector de la UNAM, Ignacio Chávez para firmar su carta de renuncia.

Debido a las circunstancias en la que se firmó ese documento, el Junta de Gobierno de la Universidad no aceptó la renuncia.

Sin embargo, el 27 de abril de 1966, cuando estalló la huelga en la Facultad de Derecho, su renuncia fue aceptada.

Un dato a destacar de la gestión de Chávez Sánchez es que el eliminó el pase automático e implantó los exámenes de admisión, los cuales en un principio también tenían que ser presentados por los alumnos de las escuelas de nivel medio superior de la UNAM.

Javier Barros Sierra – 1968

Cuando el conflicto estudiantil del 68 estaba a punto de llegar a su trágico final, el gobierno federal mostró que estaba dispuesto a todo para detener a los jóvenes y sus ganas de hacer un cambio.

El 18 de septiembre de ese año, el Ejército Nacional violó la autonomía de la UNAM y realizó la toma de Ciudad Universitaria; el entonces rector, Javier Barros Sierra, mostró su apoyo a los estudiantes y, de acuerdo con sus palabras, se convirtió en el blanco de ataques personales y calumnias.

El 23 de septiembre, Barros Sierra explicó que los ataques en su contra provenían de un grupo gubernamental, y esa situación hacía insostenible su posición como rector de la UNAM, por lo que presentó su renuncia.

Pablo González Casanova – 1972

El Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM) comenzó una huelga en octubre de 1972; sus demandas eran obtener el reconocimiento jurídico como organización sindical y la firma de un contrato colectivo.

González Casanova se negaba a cumplir con sus peticiones, debido a que, de acuerdo con sus argumentos, significaba poner en riesgo la autonomía universitaria por dar tratos de empresa privada a sus empleados.

Aunado a este conflicto, un grupo de normalistas tomó la torre de Rectoría durante seis semanas, exigiendo que se eliminara el examen de admisión; ambos problemas desgastaron la figura del rector, quien presentó su renuncia el 17 de noviembre del 72.

Francisco Barnés de Castro – 1999

En 1999, la Universidad Nacional Autónoma de México comenzó su huelga más larga de la historia; fueron 10 meses en los que los paristas y autoridades universitarias tuvieron que negociar para llegar a los acuerdos necesario y permitir que la máxima casa de estudios regresara a las actividades en febrero del 2000.

Todo comenzó cuando el entonces rector, Francisco Barnés, presentó una modificación en el Reglamento General de Pagos, la cual convertía en obligatorias las cuotas de inscripción, cuota semestral y servicios.

Esto provocó una intensa movilización estudiantil y, por consecuencia, la renuncia de Barnés de Castro el 12 de noviembre de 1999.

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