Entran en pánico por Yareli; ya está en casa

 

La madre de Yareli Hernández consideró que los protocolos de búsqueda para desaparecidos son muy lentos


Entre los laberintos que son las calles de la colonia Lomas de Becerra, zona humilde asentada en la delegación Álvaro Obregón, Yareli Hernández Ramírez salió de su hogar en busca de material para su tarea escolar.

Eliza Ramírez, la madre de la menor de edad, entró en pánico con el paso de las horas. Junto con el padre de Yareli y sus otras dos hijas salió a recorrer las calles aledañas a su hogar. Eran alrededor de las 19:30 horas de ese domingo 12 de noviembre, pero pasaron las horas, los días, y su infantil figura de un metro con 53 centímetros de estatura fue motivo de una alerta emitida por el Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA).

Las pendientes y laberintos que son las callejuelas de Lomas de Becerra escucharon sus pasos apresurados. Visitaron la papelería a donde presuntamente se dirigió su hija ausente.

Ni familiares, vecinos, ni sus compañeros del segundo grado de la secundaria 202 dieron razón a la madre del paradero de la adolescente.

El alba del lunes siguiente sorprendió a la familia y la desesperación se apoderó de Eliza; el padre, Luis Hernández, flaqueó también, pero hizo lo posible para que alguien tuviera cordura en ese momento terrible, de profunda angustia y desesperación.

Personal de la agencia del Ministerio Público les dijo lo que no deseaban escuchar: Tendrían que esperar que transcurrieran 24 horas para declarar desaparecida a Yareli.

En su desesperación, la madre les pidió que intercediera la Policía Cibernética de la Policía Federal, pues creía que la ausencia de su hija tendría origen en su uso de las redes sociales.

Pero a sus 13 años Yareli no tenía novio, aseguró la madre, pues su teléfono inteligente era el que utilizaba la estudiante.

Eliza también descartó una posible huida del hogar de la menor, o que posibles venganzas de vecinos y familiares tuvieran que ver con su desaparición.

“Le avisó a mi hija, a mi otra hija, que iba a salir a la papelería por las monografías y, desde ese momento, ya no regresó”, recordó con lágrimas secas.

Buscar y localizar a personas extraviadas o ausentes para reincorporarlas a su núcleo familiar, tarea de CAPEA, significó la mayor esperanza para la familia.

Sin embargo, la alerta, la ficha que por doquier se veía en lugares públicos no fue consuelo para su odisea. Eliza Ramírez demandaba 48 horas después acciones de búsqueda de su hija.

En su mente rondaba que Yareli podría haber sido víctima de la trata de personas, un delito imparable en México, responsable de miles de desapariciones de jovencitas.

Habían transcurrido cinco días de la ausencia de Yareli.

¿Cree que las autoridades han hecho lo mínimo para localizar a su hija?

-“Yo, en mi sentir, pues podría decir que no, porque han pasado demasiados días para no saber nada”, responde con una angustia que contagia.

“Quisiera que hubiera mucho mayor movilización por parte de las autoridades, que no tengan que hacer protocolos de esperar tanto tiempo para poder empezar a buscar a una menor de edad, porque es sólo darle tiempo a las personas que la hayan sustraído, o que la hayan enganchado; porque sólo es dar tiempo a que las personas puedan disponer de ellas, sin que nadie haga nada”, exclama.

El siguiente fin de semana la esperanza de la familia de Yareli reposaba sólo en el volante de media filiación con fotografía que elaboró CAPEA, a la que la madre acusó de indiferente y burocrática antes casos excepcionales.

Pero lo que no ocurre en la mayoría de los casos de desaparecidas y desaparecidos, pasó en la familia Hernández Ramírez.

Ocho días después de su ausencia, Yareli regresó a su hogar en Lomas de Becerra. Cómo y en qué condiciones lo hizo, todavía no lo sabe su madre.

La familia no deseaba mayor invasión, viven una catarsis. Yareli está de nuevo en casa, aunque ausente por momentos, y con varios moretones en su cuerpo.