Everardo Páez Martínez, ex lugarteniente de los hermanos Arellano Félix y ahora colaborador del FBI, detalló cómo Joaquín Guzmán Loera contuvo a sus patrones.
El homicidio de Armando López, un compadre de El Chapo, cometido en 1989 por Ramón Arellano Félix fue el punto de partida en la tensión entre la las organizaciones, de acuerdo a información publicada por el portal Sin Embargo.
Y aunque hubo al menos dos reuniones en la casa de Ismael El Mayo Zambada para tratar de limar asperezas, en una de ellas los líderes del Cártel de Tijuana (Benjamín, Ramón y Javier) tenían pensado matar al líder del Cártel de Sinaloa.
“Me consta este complot porque participé en conversaciones con Benjamín, Ramón y Eduardo acerca del plan para asesinar a Guzmán. Además, Ramón me dijo personalmente que iba a Culiacán a matar a Guzmán. Y llevé a Ramón en automóvil al aeropuerto el día que viajó en avión de Tijuana, rumbo a Culiacán, para llevar a cabo la misión”, describió Everardo Páez.
“Yo estaba listo para asesinarlo, pero Kiki Fernández —un asociado de los Arellano Félix en esa época— se puso paranoico y físicamente detuvo a Ramón”, explicó Everardo Páez.
Dijo que El Chapo tenía estrechas relaciones con altos mandos policiacos, como el entonces jefe de la Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderoni, lo que le permitió tener vigilados a los Arellano Félix.
En 1992, los Arellano pensaron en tomarse un respiro y se tomaron unas vacaciones en Puerto Vallarta.
Pero los gatilleros de El Chapo y su socio Héctor El Güero Palma emboscaron a Ramón y Javier en la discoteca Christine de Vallarta, sin embargo, los capos escaparon.
Las vacaciones se cancelaron y los Arellano Félix resolvieron un contraataque inmediato, llevarían a un equipo de sicarios a Culiacán para localizar y atacar a miembros de los grupos de Guzmán y del Güero Palma.
En segundo lugar, se decidió que Ramón Arellano Félix trabajaría con un individuo apodado La Rana y llamado Humberto Bañuelos Rodríguez, un ex comandante de la Policía Judicial de Sinaloa, para identificar a miembros de la familia Guzmán y sus domicilios en el área de Guadalajara.
Durante las semanas siguientes, La Rana localizó, secuestró y mató a uno de los cuñados de Guzmán.
Entonces El Chapo secuestró a Gilberto Higuera, uno de los principales miembros del Cártel de Tijuana; sin embargo, Ramón fue a una de las residencias de la familia de Guzmán que su cuñado había identificado y tomaron varias personas como rehenes.
Ramón Arellano habló con El Chapo.
—Voy a matar a tus familiares a menos que sueltes a Gilberto.
Cada capo liberó los respectivos rehenes y se plegó a concentrar fuerzas.
Poco después del regreso de los Arellano a Tijuana, Benjamín Arellano inició con la organización de un brazo armado, realizando así un salto evolutivo en la historia de las organizaciones criminales mexicanas al reclutar sicarios, principalmente pandilleros de San Diego, Estados Unidos, por su sola capacidad de ejercer violencia.
Tras el intento fallido de matar a El Chapo en 1993 en el aeropuerto de Guadalajara, donde murió el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, los Arellano se encargaron de culpar a Guzmán Loera del asesinato del sacerdote y con ello los reflectores estuvieron sobre él.
Poco tiempo después fue detenido, sin embargo, Guzmán Loera se fortaleció desde la prisión federal en la que estuvo preso.
Mantuvo el apoyo incondicional de sus primos, los Beltrán Leyva a quienes años después traicionaría y de El Mayo Zambada, quien años atrás conspirara para matarlo.
A la vez, los Arellano pelearon en otro frente de guerra contra Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.
Poco a poco, la capacidad de negocios de los Arellano se reducía y algunos de los espacios eran llenados por sus sicarios, avenidos en operadores de los cargamentos.
El 10 de febrero de 2002 Ramón fue abatido durante en un enfrentamiento armado con la policía ministerial de Mazatlán, Sinaloa.
Mientras que Benjamin fue detenido el 9 de marzo de 2002 por el Ejército Mexicano en el estado de Puebla.
El Z-43 cayó en la colonia Roma de la CDMX
JCS
