‘Noche de fuego’ representará a México en los Oscar 2022

Noche de fuego es una historia de mujeres, tanto niñas como adultas. Tiene una estética de desencanto, acompañada del sonido de los insectos y paisajes
REDACCIÓN Publicado el
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Noche de fuego (título internacional: Prayers For the Stolen) es el primer largometraje narrativo de la documentalista Tatiana Huezo y ha sido anunciada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) como la candidata mexicana al Óscar por Mejor Película Internacional 2022.

La cinta se está presentando en el Festival de Cannes 2021 en la sección Un Certain Regard.

Basada libremente en la novela de Jennifer Clement, se trata de una historia poderosa sobre la vida en la sierra de México, contada desde la perspectiva de Ana, interpretada en su niñez por Ana Cristina Ordóñez González y en su adolescencia por Mayra Membreño.

La película arranca con una escena impactante de Rita (Mayra Batalla) cavando una fosa que será de ahora en adelante el escondite de Ana, su hija. En ese mundo que parece tierra de nadie, las niñas y jovencitas son secuestradas.

Así, cada vez que unas camionetas (¿ narcos o ejército?) atraviesan a toda velocidad el camino, Ana ya sabe qué hacer.

La violencia es tanta que las niñas juegan a vestirse y maquillarse cuando nadie las mira. En público, no deberían llamar la atención luciendo atractivas.

Este asunto ya se había visto en Cómprame un revólver (2018), en donde la niña protagonista era vestida como varón por su padre para evitar que los narcos se la llevaran. A Ana y a su amiga Paula no tardan en cortarles el cabello con el pretexto de evitar los piojos.

Noche de fuego es una historia de mujeres, tanto niñas como adultas. Algunas de las madres, como es el caso de Rita, limpiadora de casas, han sido abandonas por sus esposos y asumen solas la crianza de sus hijas. Algunas reciben protección por trabajar en los campos.

Otras, como la estilista Helena (Teresa Sánchez), pagan para tener protección de las fuerzas que han invadido la sierra. Además de pasearse a través del territorio, armados de pies a cabezas, también extorsionan a los vecinos. Mientras, desde los aires riegan químicos perjudiciales para la salud de las personas.

La educación de las niñas es otro problema. La pequeña escuela del pueblo subsiste con aportaciones de la comunidad, pero los maestros no duran mucho tiempo. Por eso, con trece años Ana sigue en sexto de primaria.

En medio de todo, Huezo nos hace ver a una comunidad resiliente en la que los vecinos se acompañan en el dolor y la tragedia, así como la rebeldía que lleva a algunos a formar barricadas para sublevarse. Hay destellos de esperanza en la amistad de Ana, Paula y María. La relación entre Ana y su madre, aunque a veces tensa, es prueba del poder inquebrantable de los lazos familiares.

La dirección y el guion de Huezo cuentan con la humanidad y sensibilidad necesarias para una historia como esta. No construye una representación cruda y desalmada de la violencia ni examina detenidamente el contexto social y político, sino que se concentra en los hilos de emociones de sus personajes. Esas niñas que deben crecer entendiendo la violencia que les rodea y asumiéndola como parte de sus vidas cotidianas.

Noche de fuego tiene una estética de desencanto, acompañada del sonido incesante de los insectos, el paisaje montañés y el talento natural de sus actores. A pesar de perder por momentos la fuerza inicial, el resultado final es admirable.

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