“Piensan que les quitamos espacio y restamos tiempo”

 

Reubicación de niños por escuelas dañadas el 19-S incomoda a padres


La reubicación de alumnos de escuelas con daño estructural tras los sismos de septiembre comienza a poner al límite la tolerancia de algunos padres de familia que consideran incómodo alternar días y horarios de clases de sus hijos con estudiantes damnificados, sin importar el nivel educativo.

Emiliano, de tres años de edad, tuvo la suerte de ser reubicado en un kínder a 30 minutos de su casa y aunque se levanta más temprano, está contento por ir a jugar con sus nuevos compañeros.

Sin embargo, el rechazo provino de otros padres, quienes en ocasiones los reciben entre gritos e insultos porque están en desacuerdo con la solución de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para no dejar a miles de niños sin clases.

“Las autoridades educativas nos han tratado muy bien, pero nunca faltan los intolerantes que no dimensionan lo que pasó.

“Piensan que les quitamos espacio, que les restamos tiempo a sus hijos cuando no es así”, comentó Sara Mondragón, madre afectada.

Ante los malos tratos, alumnos del kínder Tilloli en Gustavo A. Madero, tienen que ingresar por la puerta trasera del Jardín Ludwig van Beethoven en la colonia Ampliación Providencia.

“Nos adecuaron esta puerta para evitar los conflictos que se dieron con un grupo de madres, que incluso lanzó palabras altisonantes a las madres de nuestro kínder y a los niños”, explicó.

A su corta edad, Emiliano y sus compañeros saben que su kínder resultó dañado en escaleras y bardas, por lo que asisten sólo dos horas a su nueva escuela y se sobrecargan de tarea, mientras sus madres viven al día, pues aseguran que no hay tiempo ni dinero que alcance para resistir esta solución alterna.

“Nos tranquilizaríamos si nos dieran una solución, por ejemplo, de aquí a enero, pero no dicen nada, no sabemos qué va a pasar, porque en la escuela no se ve trabajo, no sé ve nada”, denunció Carmen.

Mientras que en la primaria Jesús Mastache Román, padres de familia casi llegan a los golpes porque están organizando una cooperación de 100 pesos por alumno para contener con mallas metálicas una barda a punto de colapsar.

Esto, sin el visto bueno de un Director Responsable de Obra (DRO) que determine si es una solución segura para regresar a clases.

“Hay un comité de padres en negociaciones con la delegación Iztacalco y plantea que regresemos, pero con una malla que divida el área afectada; sin embargo, no nos garantiza la seguridad de nuestros hijos”, comentó Karina Ávila.

En ambos casos, la tolerancia está a punto de llegar a su límite, por lo que exigen a las autoridades más respuestas que promesas.