El robo del gas LP o conocido coloquialmente como ‘huachigás’ se ha convertido en un verdadero problema, pues es el combustible de mayor uso entre los mexicanos, con siete de cada 10 casas que lo consumen para atender sus necesidades diarias.
No conformes con la gasolina y el diesel que le sustraen a Petróleos Mexicanos (Pemex), los huachicoleros hicieron del robo de gas licuado de petróleo (LP) la nueva fuente de ingresos.
Durante el año pasado, el robo de gas LP alcanzó los 13,000 millones de pesos al finalizar 2018, lo que representa alrededor de 8 por ciento de la facturación de la industria.
Cada mes, se registra el robo de 58,000 toneladas de gas LP, lo que equivale a pérdidas por 1,102 millones de pesos. El daño económico se reparte entre Petróleos Mexicanos (770 millones) y las empresas distribuidoras (330 millones).
Las entidades donde ocurre con mayor frecuencia en los estados que conforman el llamado “Triángulo Rojo“. La industria gasera en Puebla, Tlaxcala y Veracruz registra pérdidas de diez millones de pesos cada semana.
Tan sólo en Puebla, de 2012 a 2017, según cifras de Pemex, las tomas clandestinas de gas LP se incrementaron en mil por ciento.
Y es que, desde 2017, las bandas delincuenciales han robado más de 200 pipas, autotanques y camiones con cilindros de gas LP; clonan los camiones y prestan el servicio a los consumidores finales, quienes no perciben las anomalías.
Además, el combustible robado, se vende a precios más baratos, sin cumplir la regulación o las mínimas reglas de seguridad, lo que representa un riesgo.
Y el problema ha existido durante años; las asociaciones de distribuidores de gas licuado de petróleo tienen al menos una década con la misma demanda: que el gobierno combata el robo de ese combustible.
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