Autorretratos de Frida Kahlo son un antecedente de las selfies

 

Frida Kahlo, precursora de una moda que llegó para quedarse


El culto a la selfie es el centro de una exposición que explora la historia de los autorretratos desde los grandes maestros, entre ellos Rembrandt (1606-1669), Van Gogh (1853-1890) y, más recientemente, Frida Kahlo (1907-1954) hasta las nuevas expresiones artísticas.

La Galería Saatchi de Londres presenta De la selfie a la expresión personal con icónicos retratos digitales interactivos donde el público puede poner like (“me gusta”), como se hace en las fotografías de Instagram.

El cuadro central de los maestros antiguos es Las meninas de Diego Velázquez (1656), uno de los trabajos más analizados en la pintura occidental por su compleja composición que es una mezcla de realismo e ilusión.

Sin embargo, es el Autorretrato con mono, de la pintora mexicana Frida Kahlo, el que ha logrado que el público pulse “me gusta” más de 36 mil 500 veces, con lo que se ha convertido en el más popular de la singular exposición.

Entretanto, una instalación de rostros de gran escala del artista estadounidense Christopher Baker presenta más de 5 mil clips digitales obtenidos de las plataformas de YouTube, Facebook y MySpace, con conversaciones perpétuas que se atropellan creando un murmullo de fondo inentendible.

La “selfiemanía” llegó también hasta las estrellas de Hollywood –recuerdan la selfie en la gala del Oscar–, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el papa Francisco en fotos que se han convertido en íconos de la cultura popular contemporánea.

La exposición también explora el arte moderno y contemporáneo a través de autorretratos y selfies con trabajos originales y copias digitales de los artistas británicos Tracey Emin y Lucian Freud, así como Andy Warhol. A principios del siglo XX, la fotografía se convirtió en un medio popular para los autorretratos de artistas modernos que comenzaron a experimentar nuevas formas de representación.

Entretanto, el mexicano Rafael Lozano-Hemmer colaboró con el artista polaco Krzysztof Wodiczko para crear un original pabellón con base en sistemas de vigilancia electrónica y de reconocimiento facial con 12 cámaras robóticas que calculan el movimiento y la interacción entre las personas que visitan la exposición.

En otra sala destaca la primera selfie tomada en 1920 en Nueva York, en la que el fotógrafo Joseph Byron y su colega detienen una enorme cámara enfrente de ellos para tomarse una fotografía.

A unos pasos, un retrato de Winston Churchill fue manipulado digitalmente para crear la ilusión del famoso ex primer ministro británico con el brazo alargado tomándose una selfie.

Durante la lúdica muestra se presentan selfies extremas como la de un buzo nadando junto a tiburones o la del fotógrafo Terry Fincher, quien en 1966 ató una cámara a su pie para capturar el momento en que salta con un paracaídas desde un globo aerostático.

La muestra revela cómo la incursión masiva de teléfonos inteligentes permite a figuras públicas e individuos autorretratarse y tener el control de su propia publicidad a través de este formato popularizado a nivel mundial.