170 años después

 

Las relaciones bilaterales son importantes, pero también el sentimiento de los pueblos


México tiene fama de contar con un gran sentido nacional. Sin embargo, para los estadounidenses ese sentido es alto pero folclórico, ya que consideran que nos falta profundidad a la hora de aplicarnos en lo que es mejor para nuestro país.

El secretario de la Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, asistirá a los festejos de nuestra independencia en el Zócalo capitalino. Y a diferencia de aquel 14 de septiembre de 1847 cuando el general Scott vio cómo la bandera de las barras y las estrellas se izaba en Palacio Nacional, ahora Mattis observará cómo se ondea la bandera tricolor frente a miles de mexicanos.

Sin embargo, así como sucedía desde hace 170 años la influencia estadounidense sigue condicionando y configurando nuestra realidad diaria.

Aunque además en estos tiempos al parecer es imposible dejar de lado a aquel fenómeno mundial llamado Donald Trump. Algo que por lo visto será muy difícil de superar para todos los países, pero sobre todo para el nuestro, ya que no nos ha dejado de atacar y eso sencillamente le ha salido gratis.

Viene el jefe del Pentágono y lo hace en un momento en el que todavía están frescas las ofrendas florales que conmemoran a los Niños Héroes en Chapultepec.

Y no es que ahora me esté asombrando porque 170 años al parecer no fueron suficientes para normalizar la relación entre México y Estados Unidos, sino que a diferencia de otros años nunca antes, desde James Polk, habíamos tenido que lidiar con un presidente que fuera tan xenófobo y antimexicano.

Por eso no sólo tengo mis reservas, sino mis reflexiones de que 170 años después mientras negociamos el TLC y mientras deciden si van a expulsar o no a nuestros dreamers, enfrentamos una situación que nos conduce a una pregunta elemental: ¿con qué nos quedamos los mexicanos a la hora de hablar con los representantes estadounidenses en medio de tanta cordialidad de ese gobierno y tanta hostilidad presidencial?

Porque tienen que venir y tenemos que ir, las relaciones bilaterales son muy importantes, pero también es importante el sentimiento de los pueblos.

Y en ese sentido, sería muy bueno que tanto aquí como allá fuéramos conscientes de que a diferencia de otros momentos ahora nos enfrentamos a un mandatario estadounidense que nos señala como los mayores culpables de los males económicos de su país.

Ahora Mattis, McMaster y Kelly son la garantía que tiene el mundo de que Trump podrá decir una infinidad de tonterías, pero no logrará consolidar muchas de sus locuras, aunque eso no resta la enorme sensibilidad que deberíamos tener en las relaciones que existen entre los dos pueblos.

@antonio_navalon