1968: rollos extraviados

 

Se cumplió ayer el 50 aniversario del inicio del movimiento estudiantil de 1968


Se cumplió ayer el 50 aniversario del inicio del movimiento estudiantil de 1968, que arrancó con un enfrentamiento entre estudiantes de las vocacionales 5 y 2 de la Ciudad de México y estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena, afiliada a la UNAM, en la Ciudadela del Distrito Federal.

Luego habría choques entre jóvenes universitarios que conmemoraban el inicio de la revolución cubana y politécnicos que demandaban el cese de la represión de los días anteriores. Porque vino un tercer actor, la policía, y todo lo contaminó con violencia oficial.

Hoy no quiero hablar del principio, sino de una bizarra zona final de la historia, aún oculta medio siglo después.

El secretario de Gobernación de la época, Luis Echeverría Álvarez, contrató a cineastas para que filmaran lo que sabía serían sangrientos sucesos.

Premeditación, alevosía y ventaja. Ocho cámaras de 35 milímetros, con telefoto de 400 milímetros, capaces de acercar un cuerpo desde 300 metros y hacer fotoshop de un rostro, fueron empotradas en los pisos 17 y 19 del edificio de la Cancillería.

Eran modernas filmadoras de la época que grabarían los XIX Juegos Olímpicos de 1968. Los equipos adquiridos para el deporte registrarían una masacre.

Como él mismo admitió en entrevista, Servando González era el operador de esta filmación, que se hizo no sólo desde el edificio de Relaciones Exteriores, sino en posiciones detrás del Ejército que atacaba a manifestantes, luego de una provocación montada con francotiradores, que organizó su amigo y jefe Luis Echeverría.

Alex Phillips y Cuauhtémoc García Pineda, apodado “El Matador”, fueron los otros cineastas convocados, rigurosamente vigilados por el jefe de escoltas del propio Echeverría.

Se trató de una “canallada cinematográfica”, dice el cineasta Óscar Menéndez, quien también estaba en Tlatelolco en octubre de 1968, pero a nivel de piso, con su cámara pequeña 16 milímetros, sin autorización oficial, y quien juzga a Servando González, a Ángel Bilbatúa y Alex Phillips, a Cuauhtémoc García Pineda, como mercenarios al servicio del gobierno.

Reviso otra vez el video “Los Rollos Perdidos”, documentada investigación de Gibrán Bazán, narrada por Daniel Giménez Cacho (recupero una copia gracias al amigo Juan García Colín), donde sugiere que los miles de pies de la filmación de 1968 ordenada por Echeverría, se perdieron en el incendio de la Cineteca Nacional del 24 de marzo de 1982.

Tiene sentido pensar en un fuego provocado en épocas en que ya operaba la Brigada Blanca y cuando la Dirección Federal de Seguridad era un órgano oficial encargado de acciones ilegales selectivas, algunas encubridoras de crímenes del pasado, sin escrutinio de otra autoridad. Con un privilegio espurio: el de “borrahuellasdelpasado”.

Los rollos de los cineastas que hicieron el trabajo sucio para documentar lo que verdaderamente ocurrió el 2 de octubre de 1968 siguen sin aparecer. Serían entre 17 mil y 22 mil pies de película en casi 24 horas de filmación.

No es difícil concluir que, si Echeverría ordenó plasmar en imágenes la masacre, si al día siguiente el Ejército llegó para recoger los materiales ya revelados e impresos, si después nadie sabe el destino de esa filmación que Luis Echeverría se dio el lujo de ver y luego ocultar, si el incendio de la Cineteca solamente afectó a una parte de los rollos seleccionada por asistentes del equipo de Servando González, la película sigue viva en algún lugar pese a aquellas llamas destructoras.