A Bashar al Assad se le están alineando los astros

 

La suerte de Assad parece haber dado un giro de 180 grados


Si en algún momento pareció que el presidente de Siria Bashar al Assad seguiría inevitablemente los pasos de sus pares de Egipto, Hosni Mubarak; Libia, Muamar Gadafi; Yemen, AlÍ Abdullah Saleh y Túnez Zine el Abidine Ben Alí que tuvieron de una manera o de la otra que dejar el poder producto de los levantamientos sociales encuadrados en lo que la historia conoció como la Primavera Árabe, hoy, con la elección de Donald Trump y la nominación del prorruso Rex Tillerson para la secretaría de estado, además de la victoria del Ejército sirio apoyado por fuerzas rusas e iraníes en la batalla por el control de Alepo, la suerte de Assad parece haber dado un giro de 180 grados.

Sus bonos, sin lugar a dudas, están más altos que en cualquier otro momento de los últimos seis años cuando inició la crisis social y la consecuente guerra civil en Siria. En cualquier caso y antes de que una nueva política exterior se instale en la Casa Blanca, la administración de Barack Obama sigue dando sus últimos estertores en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. En este sentido la todavía embajadora estadounidense ante el organismo Samantha Power sentenció que Siria, Rusia e Irán son responsables por la masacre de civiles que ha tenido lugar en la ciudad siria de Alepo y por la carnicería en la que se ha convertido la lucha contra los rebeldes. Lo cierto es que en algún momento Barack Obama dijo que un genocida como Bashar al Assad tenía sí o sí, que abandonar el poder y todo parece indicar que el éxito militar en la guerra civil en general y en Alepo en particular, aunado a los vientos prorrusos que soplan en Washington parecen presagiar su supervivencia política al frente del régimen de Damasco.